sábado, 9 de marzo de 2013

Como monos de feria

No tengo una opinión suficientemente fundada sobre el asunto que se enjuicia estos días en Madrid, llamado ‘Operación Puerto', en el que están acusados el médico Eufemiano Fuentes y varios directores de equipos ciclistas, por un asunto de dopaje a ciclistas y otros deportistas. A menos que tener una opinión sea tener tantas y tan profundas dudas como las que yo tengo sobre el asunto del ‘doping’ en el deporte y su persecución.
Siempre me ha parecido difícil establecer qué es ‘doping’ y qué no lo es. Tampoco creo que tenga sentido que la sociedad establezca un reproche penal a quien se dope o ayude a otro a doparse. Y para qué hablar de lo inútil que puede resultar perseguir el ‘doping’ por cualquier vía, ya que la obtención de sustancias que lo enmascaran suele correr más que los tests ‘antidoping’.
Tengo la impresión, aunque no soy un experto, de que una persona que realice sobreesfuerzos físicos constantes en un programa de entrenamiento puede poner en peligro su vida, supongo que incluso más que dopándose. Y para qué hablar de las propias competiciones. Una etapa de Los Alpes en el Tour de Francia o una maratón, supongo que son más peligrosas para la salud que las transfusiones de sangre que hace o hacía Eufemiano Fuentes.
En mi opinión, cada uno puede hacer con su cuerpo lo que le plazca, siempre que lo haga libremente. Las federaciones deportivas pueden controlar el ‘doping’, si consideran que falsea la competición, pero deben ser conscientes de las limitaciones a las que me he referido. Pero, lo que no me parece razonable es que el dispositivo punitivo del Estado se enfangue en este asunto al que nadie ha debido llamarle y del que sólo puede salir trasquilado, ocasionando otra erosión más a la Justicia.
 

 Viene todo esto a cuento de una información que han publicado algunos medios, relativa al primer día del juicio al que me refería al principio. Si son ciertas esas informaciones y cuesta creer que lo sean, pese a la evidencia de la foto, la Juez que preside este juicio, de nombre Julia Patricia Santamaría, ordenó a los procesados al final de la primera sesión, que se pusieran de pie para que pudieran ser fotografiados por los reporteros gráficos presentes en la sala. Como “monos de feria”, como acertadamente dijo sentirse tratada Yolanda Fuentes, una de los acusados. “La prensa tiene que hacer su trabajo”, dijo la juez, como única y boba justificación de tamaña falta de consideración a la dignidad de unos ciudadanos que, aun acusados, también la merecen.
Todo esto pone de manifiesto cosas que ya sabíamos. Lo primero, que caer en las fauces de la Justicia, aunque sea de testigo e incluso de eventual visitante, lo pone a uno en el riesgo bastante probable de sufrir los efectos de la soberbia, la arbitrariedad o, como mínimo, la destemplanza o la desconsideración del juez que le toque en desgracia. No te digo nada si tu papel es el de imputado, procesado o condenado. Y, lo segundo, que la voracidad de los medios de comunicación para ofrecer las imágenes de víctimas y victimarios que sacien al populacho ansioso de morbo y truculencias es, eso, insaciable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario