domingo, 27 de septiembre de 2020

VICIOS DE LA DIZQUE GRAN DEMOCRACIA


La cuestión no es que Trump haya elegido una juez de fuertes convicciones religiosas. La cuestión es que la ha elegido porque supone que ante el casi seguro contencioso electoral que va a plantear si pierde las elecciones, esta juez va a estar incondicionalmente a su favor, para perpetrar, a través del Tribunal Supremo, otro pucherazo como el que le birló la presidencia a Al Gore en las elecciones de 2000, a pesar de haber obtenido 544 mil votos más que su oponente. Es evidente que si se da por sentado que esta juez va a estar a favor de Trump en un contencioso electoral no será por sus convicciones religiosas, porque, qué tendrá que ver la religión con los chanchullos electorales que, al parecer, favorece el sistema electoral norteamericano. De modo que lo que pone de manifiesto esta polémica, del modo más obsceno, es, por un lado, lo deficiente del sistema electoral de los EE.UU., y, por otro, la alta politización de la Justicia norteamericana.
Tal y como están las cosas, será difícil que Joe Biden no caiga en la tentación, si gana las elecciones, de aumentar el número de jueces del Tribunal Supremo, para asegurarse su propia mayoría para los próximos años.
Al lado de estos tejemanejes, el whatsapp de aquel diputado del PP (Cosidó, creo que se llama), en el que se jactaba de que iba a controlar al futuro Presidente de nuestro Tribunal Supremo es un juego de niños.

Visto lo visto, no parece que tengamos mucho que aprender, tampoco,  de EE.UU., en lo que a limpieza electoral se refiere. Estos asuntos, por cierto, independencia de la Justicia y limpieza electoral, son dos elementos esenciales de la democracia. 



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