Vaclav Havel era un prestigioso dramaturgo que sabía muy bien la importancia que tienen los ritos y ceremonias en la vida social. Más en concreto, Havel razonaba que el poder, aunque fuera republicano, debe ofrecer un cierto boato en su desempeño, como poder constituido, como poder real, para que sea apreciado y respetado por el pueblo y por otros poderes.
Esta es una de las razones, entre otras, que justifican el acto de hoy.
Mucho más importante que las innecesarias citas en valenciano, vascuence o gallego de desconocidos poetas, que nos ha propinado la incongruente (dejémoslo ahí) Presidente del Congreso, habría sido resaltar o poner más énfasis en el alcance político e histórico de la jura de la Princesa de Asturias que ha tenido lugar hoy, ante las dos cámaras de las Cortes.
Pero estos son los lamentables tiempos pedrosanchezcos que nos toca vivir.