sábado, 9 de marzo de 2013

Zenet


Ayer cantó Zenet otra vez en Sevilla. La tercera, que yo sepa, una por cada disco. Allí estuvimos algunos de sus incondicionales, un público entregado, que acudió fiel, a pesar de que la organización   del evento por el Teatro Centro Cultural Cajasol no lo merecía en absoluto.


Como ves, la entrada, comprada por Internet, nominativa y con código de barras, pone que el concierto es a las 21:00 horas. Llegamos al teatro a las 21:05, porque había un accidente de tráfico en la Ronda. La puerta del teatro estaba cerrada y había una cola que recorría toda la calle Laraña hasta casi La Campana, para entrar al concierto. Luego pudimos comprobar que las entradas compradas en taquilla señalaban las 22:00 como hora de comienzo. Finalmente, el concierto empezó a las 21:50, por lo que quien hubiera acudido pensando en las 22:00 se perdió un par de canciones. Ni el código de barras ni el carácter nominativo de los tiques sirven para nada, porque el control consiste en el clásico pellizco al papel del portero de la entrada. Por tanto, podía haber tantas copias como uno quisiera, como la que puedes ver aquí mismo.
La Caixa no sabe lo que ha hecho engullendo los despojos de Cajasol. Esta gente es capaz de cargarse una empresa tan sólida como la Caixa.
La guinda de la inepta organización fue que había gente sentada en las escaleras de evacuación, lo que indicaría que se habrían vendido o regalado más entradas que asientos. Esta gente no aprende de las tragedias. A los organizadores de conciertos habría que advertirles cada martes y cada jueves de que su ineptitud no sólo provoca incomodidad a los espectadores, sino que en ocasiones deviene en tragedia con consecuencias penales.


El concierto estuvo bien. Bueno, como siempre. Zenet destroza la dicción de las canciones, haciéndolas ininteligibles, pero lo compensa con su soltura en el escenario, sus dotes de 'showman' y unos arreglos instrumentales mucho más brillantes que los del disco, aunque, a veces, echas de menos la versión enlatada, más comprensible o más melódica. La interacción con el público fue excelente. Ya te dije que estaba entregado; yo, no tanto. Aunque el concierto, oficialmente, era la presentación de su nuevo álbum, yo diría que casi el 50% de las canciones que interpretó fueron del primero.


La comunión con el público llegó a su punto álgido en el bis (en singular), cuando le pedimos por aclamación que cantara Soñar Contigo, que, premeditadamente, había escatimado durante el concierto. Al oír la petición del público le dijo a sus músicos: "Como no la cante me cuelgan por el escroto".
Por cierto, la media de edad de los espectadores pasaba de largo de los 30.

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