martes, 14 de mayo de 2024

HABLAR SIN TAPUJOS

 

Las élites (políticas, periodísticas, empresariales, académicas...) españolas no se atreven a hablarles con claridad y sin tapujos a los ciudadanos. Siempre los adulan, jamás los critican ni les afean las pulsiones que les mueven o sus conductas electorales, por muy mezquinas o erráticas que sean unas y otras. Hoy, la Vicepresidenta Yolanda Díaz ha dicho que los catalanes han votado muy bien, a pesar del castigo que le han infligido a ella misma, a su facción política. ¿Acaso es pensable que un político se dirija a los ciudadanos para decirles: “han votado ustedes fatal”? Eso dijo Alfonso Guerra tras las elecciones generales de 1979 y lo pusieron verde; y hace no mucho, Vargas Llosa advirtió de que había que votar bien, señalando qué era a su juicio votar bien y le cayó ‘la del tigre’.
Recientemente, Ignacio Camacho ha publicado un par de columnas en el ABC, en las que critica sin medias tintas la deriva separatista catalana, poniendo énfasis, no en los líderes del proceso, sino en la infantería.
En la columna del 10 de mayo dice Camacho que “...el Principado es el único territorio español donde existe un respaldo mayoritario a la amnistía. Y ese dato señala, por un lado, la pérdida generalizada de la vocación constitucionalista, y por otro constituye la evidencia incuestionable de una enorme, dramática anomalía: el motín de secesión cuenta con la indulgencia de sus víctimas. Los ciudadanos a quienes el independentismo intentó despojar de su nacionalidad mediante una insurrección ilegítima están dispuestos a absolver a sus autores para que puedan repetirla. Ese estado de opinión es el retrato de una sociedad abducida.”
Por otro lado, en esta misma columna, después de describir todas las anomalías catalanas, entre ellas, que uno de sus principales líderes sea un tipo huido de la justicia que insulta constantemente a España y a los españoles, dice Camacho que “todavía habrá muchos catalanes capaces de considerar todo esto una situación razonable.”
Y, en la columna del 12 de mayo se expresaba así el insigne columnista: “las negociaciones poselectorales –con un probable bloqueo incluido– girarán en torno al procesismo porque no hay otro asunto cenital en una sociedad colapsada por la mitología del pueblo oprimido. Si el PSC gobierna, con Esquerra o en un tripartito, lo único que puede alterarse es el ritmo, pero no existe posibilidad factible de un rumbo alternativo cuando hasta buena parte de los votantes constitucionalistas piensan respaldar al sanchismo en la convicción de que la mejor solución es que el Estado se alíe con sus enemigos.”
Se trata de un paso importante de este miembro del establishment nacional, que ojalá abra brecha. Me parece esencial olvidar los paños calientes para dirigirse a los ciudadanos de Cataluña, a todos, tanto a los que se sienten españoles, como a los que no. Y contarles claramente, al menos, dos cosas.
La primera, que la mayoría de las ideas que se utilizan para defender el proyecto separatista son, o supercherías históricas, o puras y netas falsedades, como falsedad es sostener que los catalanes son un pueblo oprimido.
Hasta aquí ha llegado Ignacio Camacho, pero creo imprescindible dar un paso más y decirles también a los catalanes, a todos los catalanes, que la independencia, si algún día llegaran a obtenerla, por la debilidad, la ineptitud o el entreguismo de nuestros gobernantes, ya no es que no será un gran negocio, como muchos de ellos tan egoístamente se creen, sino que será su ruina. Probablemente será también la nuestra, pero, sobre todo y en primer lugar, la suya. Y esta ruina de Cataluña va a durar 100 años, porque ya nos encargaremos el resto de los españoles de que sea así, por la cuenta que nos trae.

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