Los medios de comunicación de extrema derecha que llevan en volandas al PP desde hace 4 años hacia dios sabe dónde, están exultantes con las últimas decisiones de Mariano Rajoy sobre las listas electorales del partido.
La designación del ¿empresario? Manuel Pizarro como número dos en la lista de Madrid al Congreso de los Diputados les hizo babear, pero la defenestración de Gallardón les ha provocado un éxtasis inenarrable.
Bien, cada uno es muy dueño de babear o echar bilis según sus filias y fobias. Pero eso no autoriza a estos eufóricos hinchas a presuponer cuál es la impresión que nos han causado estas decisiones de Don Mariano a quienes ni somos de extrema derecha, ni coincidimos casi nunca con los ladridos que expelen El Mundo, la COPE y demás satélites, ni votamos al PP, ni creo que lo hagamos nunca, por el camino que va. Si creen que estamos disgustados, afligidos, defraudados o decepcionados porque Gallardón no vaya en las listas del PP o porque sí vaya Pizarro, siento desilusionarles, porque nuestra sensación es, justamente, la contraria. Veamos.
Manuel Pizarro. La aureola en la que han envuelto a este héroe del anticatalanismo está llena de mentiras y medias verdades que sólo engañan a estas alturas a los muy ignorantes. Un buen gestor, un empresario modelo. Se llenan la boca con epítetos. Pero, ¿qué cualidades de gestor y de empresario hacen falta para dirigir una compañía eléctrica en un país en el que las tarifas eléctricas las aprueba el Gobierno? Sonroja tener que decirlo: los méritos empresariales del Sr. Pizarro como Presidente de Endesa son equiparables a los de cualquier farmaceútico de un pueblo con una única farmacia. Es decir, son nulos: el negocio lo garantiza y lo protege el Gobierno. En el historial profesional de Pizarro no sólo está Endesa, sino las Cajas de Ahorro, otro conocido ejemplo de libre competencia. Parece mentira que estos paladines del "liberalismo" de El Mundo y la COPE ensalcen a quien representa justo lo contrario de lo que ellos dicen propugnar. ¿Será que no son tan liberales como presumen?
Otro de los tópicos sobre Pizarro: defensor del pequeño accionista. Una especie de "robinhood" de las opas hostiles. Esto es otro sarcasmo. Si alguien (Gas Natural) dice que te quiere comprar tus acciones a un precio que consideras insuficiente, tú, ¿qué harías? No se las venderías, obviamente. Pizarro no hizo eso. Pizarro montó una campaña política, con apoyo del partido al que se acaba de afiliar (¡claro!), acusando a Cataluña y a los socialistas de querer quedarse con Endesa a precio de saldo. Si el precio era de saldo, es de suponer que los accionistas no venderían sus acciones y santas pascuas. Pero es que lo que latía bajo la actitud de Pizarro era, lisa y llanamente, su interés por aferrarse al sillón del que se vería descabalgado, si triunfaba la opa (como así ocurrió con la siguiente opa). De modo que este empresario modelo no dudó en poner en riesgo la solvencia y la propia existencia de la compañía que presidía para defender su sillón.
¿Y ya nadie se acuerda de los apagones? ¿Tendrá algo que ver este empresario tan eficaz en las numerosas deficiencias del servicio prestado por Endesa? Nooooo.
Finalmente, este empresario modelo, cuando pierde su enésimo pulso en defensa de su sillón, esta vez con la opa de Entrecanales, se va de Endesa trincando dos mil quinientos millones de pesetas de indemnización. Si Rajoy gana y lo pone de Ministro (dios no lo quiera), cuánto nos va costar su cese a todos los españoles?
En fin, que me parece muy bien que Rajoy haya puesto ese espantajo en su cartel. Como yo no quiero que gane Rajoy (ni Aznar, ni Acebes, ni Zaplana...), creo que la cara de Pizarro en los carteles no hará sino hacerle perder votos.
Gallardón. No podemos dejar de lado el sadismo con el que ha sido tratado el personaje. No es fácil discurrir algo más desalmado que lo que ha hecho Rajoy con Gallardón. Lo ha dejado engordar durante meses, haciéndole ver a él y a todo el que ha estado atento (incluido todo su Partido, lógicamente) que lo suyo estaba hecho y que había que econtrar una manera airosa de presentarlo ante la opinión pública y el partido, para, finalmente, el último día, darle un bofetón delante de sus acérrimos enemigos.
Pero esta no es la cuestión. La presencia de Gallardón en las listas del PP no elminaría la costra cavernícola, clerical y extramadamente conservadora que adorna a ese partido. Pero es evidente que Gallardón ofrece una imagen pública y política mucho más centrada, que le hubiera permitido al PP pescar algo en ese caladero del voto moderado y centrista.
Por eso estoy encantado con que Gallardón no vaya en las listas del PP.
Esperanza Aguirre. ¿Qué podemos decir de esta niña pija que se distrae jugando al golf y a la política? Acaba de acompañar al señorito Arenas en uno de sus paseos preelectorales por Andalucía y se ha descolgado de nuevo con esa cantinela de que los andaluces estamos adocenados, porque votamos a Chaves y no a Arenas. Y lo dice quien se aupó a la presidencia de la Comunidad de Madrid tras uno de los más turbios asuntos de corrupción urbanística que ha habido en España, nunca suficientemente aclarado. ¿O es que ya nadie se acuerda de los diputados tránsfugas Tamayo y Sáez? Qué cansancio, estos señoritos castellanos de derechas, no se acuerdan de los andaluces si no es para insultarnos. Chaves y el PSOE tendrán que acabar pidiendo perdón por ganar las elecciones.
Mientras, yo estoy encantado con que Arenas traiga a la Aguirre a Andalucía cuantas veces quiera. Si la trae sin bozal será una garantía de que jamas ganará las elecciones.