martes, 28 de septiembre de 2010

Pero yo no voy

"Porque no quiero que mis hijos vivan peor de lo que he vivido yo. Porque no es justo que los trabajadores paguen la cuenta de una crisis que ha enriquecido a sus responsables. Porque este Gobierno no ha reinstaurado el impuesto sobre el patrimonio, no ha gravado a las grandes fortunas, no ha incrementado el tipo impositivo de las Sicav, donde los más ricos invierten el dinero que les sobra para contribuir a los gastos del Estado con un mísero 1%, y a cambio, ha castigado a los más débiles con una reforma laboral inadmisible. Porque no se puede admitir que un empresario despida a sus empleados con cuatro días de antelación, solo porque "prevé" pérdidas para el próximo ejercicio, ahorrándose de paso más del 50% de la indemnización. Pero, además, porque la crisis está sirviendo para enmascarar un cambio de ciclo destinado a liquidar el Estado de bienestar. Porque si no hemos sido capaces de exportar nuestro progreso a los trabajadores de las grandes potencias emergentes, como China y la India, lo que nos espera es la importación de sus espantosas condiciones de trabajo. Porque Occidente ya ha recordado que esclavizando a la gente se gana mucho más dinero. Porque detrás de los recortes de derechos laborales, vendrán los de derechos civiles. Porque siempre habrá una agencia calificadora, o un premio Nobel, que proclame que los retrocesos son imprescindibles para avanzar.
Y, sobre todo, porque digan lo que digan Zapatero, Salgado o el sursuncorda, los trabajadores somos el motor de la economía. Porque ni los bancos, ni las multinacionales, ni las grandes cadenas pueden subsistir sin nosotros. Porque si nosotros paramos, se para todo. Porque hemos heredado, junto con nuestros apellidos, la experiencia de que no existe otra manera de proteger nuestros derechos. Por todo eso, yo voy a la huelga general del 29 de septiembre."

Este artículo, titulado "Yo voy", lo publicó ayer Almudena Grandes en la trasera de El País. Lo suscribo casi en su totalidad, pero yo no iré a la huelga.

viernes, 10 de septiembre de 2010

El mejor alcalde para Burgos

Antonio Burgos reincide hoy en su columna del ABC en sus nostalgias diciendo algo así como que el que fuera Alcalde de Sevilla durante la dictadura, Juan Fernández, fue varios miles de veces mejor alcalde que Monteseirín. No el doble o el triple, sino miles de veces.
No creo que tenga demasiado interés analizar con rigor el mandato de ambos alcaldes. Todo el que no se encuentre aquejado de las añoranzas que padecen los "burgos" y compañía sabe cuál sería el resultado de tal escrutinio. Además no estoy en condiciones de hacer semejante análisis, pero sí de transmitirte algunas impresiones personales.
Yo conocí Sevilla cuando me vine a estudiar en 1979, el año de los primeros ayuntamientos democráticos y pude apreciar qué clase de ciudad habían legado a la posteridad los "juan fernández" que la habían regido entre 1939 y 1979. Seguramente Burgos ha olvidado ese "brillante" legado, pero yo no. Yo no he olvidado ese poblachón del tercer mundo, cuyos 600 mil habitantes sólo tenían agua corriente de 7 de la mañana a 2 de la tarde. Muchos trabajadores no podían ni siquiera asearse apropiadamente, porque cuando había agua no estaban en casa. Pero es lógico el olvido: estoy seguro que en casa de los "burgos" y los "juan fernández" nunca faltó el agua. Y tampoco olvido la modélica política de expansión urbana que desplegaron aquellos recordados ediles. ¿Acaso hay una muestra urbanística más deslumbrante que la sin par barriada de Los Remedios? Y qué decir de las cuidadosas intervenciones de reforma interior que acometieron tan ilustrados próceres. Sólo un resentido no se sentiría orgulloso de la demolición del palacio de los Sánchez Dalp y el del Marqués de Palomares en la Plaza del Duque, para erigir en su lugar ese edificio que aun hoy, 40 años después, presume insolente de la victoria de la modernidad frente al rancio historicismo.
Pero vayamos a Monteseirín. El metro, el tranvía, decenas de kilómetros de carriles-bici, peatonalización de la calle de San Fernando, de la Avenida (del Generalísimo, ¿verdad, Burgos?), de la calle Asunción... Nada. Todo esto son meras bagatelas, frente al brillante legado de los "juan fernández". Ah!, se me olvidaba. ¿Sabes lo que hizo Juan Fernández, el auténtico y genuino? Trasladar la Feria del Prado a los Remedios. ¿Cómo he podido olvidar tamaño ejemplo de gestión pública, que tanto hizo por la mejora de la ciudad y el bienestar de sus habitantes?
En fin, como he dicho alguna vez aquí, desde 1900, nadie ha hecho nada en Sevilla que merezca ser reseñado, fuera de las dos exposiciones universales, hasta que llegó Monteseirín. Y el que lo vea de otro modo tendrá que decir qué importantes actuaciones de reforma y/o renovación urbana son imputables a otros regidores, para confrontarlas con el legado de Monteseirín.
Habrás observado que al contrastar a Monteseirín con los "juan fernández" no he hablado para nada del distinto modo en que uno y otros accedieron a la alcaldía, cuestión ésta apenas importante, ¿verdad, Burgos?
Y con esto entro en el asunto que verdaderamente me interesa hoy, que no es saber qué alcalde fue mejor, si Juan Fernández o Monteseirín. Porque eso ya nos lo ha dicho Burgos. Uno fue miles de veces mejor que el otro.
Lo que hoy me interesa lo podría expresar con esta serie encadenada de enunciados:
1. Antonio Burgos es el más señero opinador del ABC de Sevilla. Es el columnista que disfruta de mayor realce en el periódico, como muestra cada día su página web. Si la visitas podrás comprobar cómo, sin excepción, en la cabecera de la página aparece la foto del "grasioso" columnista y una entradilla de su columna. El diario, por tanto, se siente orgulloso de su columnista, por lo que debemos pensar que existe una general sintonía entre ambos.
2. Uno de los elementos más definitorios de este columnista es su añoranza de la dictadura, sus personajes y hazañas. El artículo que hoy comento es un buen ejemplo y otro no menos notable lo comenté en esta otra entrada del blog. A Burgos y a quienes piensan como él, lo que más les molesta no es que no gobiernen los suyos. Lo que más les molesta es que esto ocurra como consecuencia de la “dichosa” democracia.
3. El diario ABC es uno de los principales medios de comunicación de tendencia conservadora de España. También se ha convertido (realmente lo ha sido siempre) en un aliado íntimo del Partido Popular, aunque este carácter lo tiene que compartir con otros medios que le disputan al ABC la cercanía e influencia sobre el Partido.
3. El Partido Popular es la vertiente política del mismo mundo al que pertenecen Burgos y el ABC, la mayoría de cuyos lectores, previsiblemente, o son militantes o simpatizantes de aquel. Todo este magma sociológico tiene una singular relación vital e intelectual con la dictadura, de un cariz similar al que hemos visto que destilan las columnas de Burgos. Esto es una excepcionalidad de la derecha española, que la distingue radicalmente de las derechas de las viejas democracias europeas. Y, por otro lado, es una anomalía de España, ya que no de otro modo se debe calificar el que una proporción tan importante de sus ciudadanos tenga esa visión tan singular de nuestra historia.
Un país sano y fuerte ha de construirse, entre otras cosas, sobre unos consensos sociales básicos, compatibles con la pluralidad de una sociedad compleja que aspire a ser contemporánea. Tales consensos deben extenderse a un entendimiento común de los hitos esenciales de nuestra historia, que todos deberíamos compartir. Y sentir nostalgia de una dictadura cuasi-fascista, muchas de cuyas víctimas aun pueden hacer oír su voz, hace imposible tales consensos. Y, ensalzar a los jerarcas de dicha dictadura, mientras se vitupera a políticos electos no es ni siquiera una mezquindad, es directamente una simpleza intelectual y una sandez que retrata a quien la perpetra.

sábado, 4 de septiembre de 2010

El monje y su hábito

La batalla de las primarias socialistas en Madrid nos ha permitido, entre otras cosas, saber que el Secretario General de la Unión General de Trabajadores de Madrid se llama José Ricardo Martínez, circunstancia que ignorábamos por completo. También hemos podido conocer el porte del citado líder sindical, merced a fotos como ésta:



Si la foto me sugiere la imagen veraniega de un banquero o empresario o cualquier otra cosa distinta a un sindicalista, quizá yo tenga un problema. Pero, mas bien me inclino a pensar que el problema lo tienen los trabajadores de Madrid.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Mejor de plástico

Hace años que vengo sosteniendo que la mejor manera de acabar con el fraude fiscal es limitar la circulación de billetes y monedas. Si todas las transacciones o, al menos, las de cierto importe (digamos, por encima de 50 euros) fueran electrónicas, quedaría rastro de todas ellas y sería imposible eludir las obligaciones fiscales. Hace tiempo que existe la tecnología necesaria para aplicar una medida como esa. Mediante tarjetas de crédito, el teléfono móvil y otros medios de pago es perfectamente posible eliminar la circulación de moneda metálica.
El País publica hoy un reportaje en el que da cuenta de que varios países están estudiando el fin de los billetes. Yo sabía, cuando hablaba de ello, que no iba muy descaminado.