sábado, 29 de septiembre de 2007

La imprudencia de Ibarretxe (carta de un español a los vascos “pata negra”)

Vuestro Lendakari ha vuelto con la monserga del referéndum de secesión. Me dirijo a vosotros, en mi nombre y, probablemente, en el de muchos compatriotas, para haceros algunas leves advertencias sobre el berenjenal en el que pretende meteros vuestro prudente Presidente.
Nada tengo, en principio, en contra del referéndum, institución democrática donde las haya: el pueblo se manifiesta con su voto, sin intermediarios.
Pero, a este lado del paso de Pancorbo, algunos pensamos que, antes de convocarlo, hay que resolver algunos pequeños problemas, casi insignificantes.
En primer lugar, para que este referéndum sea libre y democrático debe desaparecer previamente el acoso fascista que padece una parte de los vascos, que son, casualmente, los menos proclives, “a priori”, a una de las dos respuestas del referéndum, que, casualmente también, será la contraria a la que patrocinará vuestro nunca suficientemente ponderado Lendakari.
Superada esta circunstancia, que puede tardar muchos años (llevamos ya 40 años con esta pesadilla de ETA), puede ocurrir que una parte minoritaria, pero significativa, de los vascos no quiera la independencia. Curiosamente, estos coincidirán con aquellos que, además de vascos, se consideran españoles. En tal caso, los otros vascos debéis comprender que el resto de los españoles no vamos a dejar en la estacada a nuestros compatriotas vascos. No consentiremos que corran la misma suerte que los albaneses del Kosovo y tantas otras minorías enclavadas en estados con mayorías hostiles.
Y, ya que tanto os gusta miraros en el espejo de otras secesiones, no olvidéis el caso canadiense. En Canadá, con ocasión del referéndum de secesión del Québec, el Tribunal Supremo ha dictaminado que no basta con una mayoría de la mitad más uno de los votos para dar por buena la secesión, sino que, para una decisión tan trascendente, hace falta una mayoría cualificada.
Por otro lado, muchos españoles creemos que lo que realmente se ventila en este asunto no es el derecho a la autodeterminación, ni ninguna otra monserga por el estilo, con fundamentos históricos reales o inventados. Lo que se ventila aquí es que a algunos vascos no os parece suficiente la tremenda injusticia consentida del cupo foral y queréis largaros directamente con la caja común, como si fuera vuestra, cuando la hemos llenado entre todos a lo largo de varios siglos. Desde el casamiento de los Reyes Católicos, la historia ha dado muchas vueltas. Sin remontarnos mucho más lejos, la prosperidad de la que hoy disfrutáis no es ajena a las restricciones arancelarias que protegieron vuestro carbón y vuestro acero de la competencia exterior durante decenios en los dos últimos siglos. Aranceles que perjudicaron gravemente a otros sectores económicos de otras zonas de España. El Estado español, al que tanto odiáis ahora, protegió vuestra economía en perjuicio de la del resto de España, que no podía exportar sus productos y se vio obligada a comprar vuestro carbón y vuestro acero a mayor precio y peor calidad que el que se podría haber obtenido fuera.
De modo que, si os queréis largar ahora, antes debemos hacer cuentas, unas cuentas que tardaremos en hacer, porque tenemos que revisar una contabilidad de más de cinco siglos. Así como vosotros, para obtener los privilegios que disfrutáis, habéis desempolvado esa antigualla medieval de los fueros, nosotros vamos a puntear detalladamente diezmos y alcabalas, aranceles y balanzas fiscales seculares, para liquidar el finiquito y saber quién le debe a quién. Y, mientras tanto, quedarán preventivamente embargados todos los bienes del estado: carreteras y autopistas, ríos, lagos y embalses, hospitales, edificios oficiales, puertos y aeropuertos, la franja marítimo terrestre y la plataforma continental, las instalaciones militares, etc., etc.
Y, por otro lado, aunque aceptamos el régimen foral en su momento, para templar gaitas, como está visto que con vosotros no hay nada que templar, yo propongo que se suprima, lisa y llanamente.
A los vascos que no os sentís españoles os será fácil comprender que el resto de los españoles no nos dejemos birlar lo que es nuestro sin rechistar. Imaginad que los ciudadanos de Alicante, por poner un ejemplo, hacen su balanza fiscal con el resto de España y deciden que la secesión es más rentable. Y, además, también tienen un idioma propio, como el vuestro, pero vivo. Pues eso.
No olvidéis, tampoco, algunos inconvenientes de la independencia. Por ejemplo, el comercio. La mayor parte de vuestras transacciones comerciales son con el resto de España. No dudo de la pujanza de vuestra economía, ni de la calidad de vuestros productos, pero tardaréis algún tiempo en encontrar otros mercados, quizá el suficiente para que los menos nacionalistas de vosotros se arrepientan de la decisión. Y eso sería un fiasco. Porque, ¿no estaréis pensando en ser nuestros socios en el mercado común de la Unión Europea? No estáis bien de la cabeza si pensáis que os vamos a admitir, después de una secesión hostil. De modo que tendréis que buscar mercados en África y Oceanía: a montar un Eroski en Guinea-Bissau o en la Polinesia.
Las fuerzas armadas son muy caras de mantener. No os creáis la milonga que os están contando, de que vais a ser un estado pacífico sin fuerzas armadas. Vais a estar rodeados por un estado hostil, que va a querer meter las narices en vuestros asuntos constantemente, aunque no sea nada más que para proteger a nuestros compatriotas. Y, además, el Lendakari querrá celebrar todos los años el desfile de la victoria (la victoria del referéndum, se entiende) y eso cuesta mucho dinero: cazabombarderos haciendo piruetas sobre Guernika (qué paradoja), carros de combate, con la ikurriña en el lomo, estropeando el asfalto de la Gran Vía de Bilbao. De modo que ya podéis ir ahorrando con cargo al cupo que nos birláis todos los años.
Finalmente, me parece imprescindible una última advertencia. Aunque el Sr. Ibarretxe parece estar jugando a las casitas, realmente está jugando con fuego. Las cuestiones que tan irresponsablemente ha puesto sobre la mesa han provocado a lo largo de la historia innumerables guerras y sufrimientos a los pueblos. Cuando tantas cosas hay por hacer desde las instituciones políticas para el bienestar de los pueblos, cuando tantos y tan variados son los problemas de nuestras sociedades él ha considerado prioritario este insignificante asunto de la autodeterminación. Él sabrá lo que hace. Quienes le sigan en este nefasto proyecto deben saber que los que estamos enfrente tenemos la legalidad de nuestra parte y al ejército para defenderla “in extremis”. Y, si llega ese caso, el sufrimiento de todos será mayúsculo: de los vascos españoles, del resto de los españoles y, también, de vosotros, el resto de los vascos. Y, ahora, seguid jugando con fuego y tratando de amedrentarnos a los demás con el espantajo siempre presente de vuestros asesinos a sueldo.
Ya lo dijo el padre Arzallus: "Unos mueven el árbol y otros recogemos los frutos". Los frutos de la discordia, queridos vecinos y...compatriotas, aunque le pese a vuestro egoismo.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Alan Greenspan se sincera

El que fue Presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos durante casi veinte años, Alan Greenspan, ha dicho en sus memorias que la invasión de Irak estuvo motivada por el petróleo.
Siempre pensé que Bush utilizó la excusa de Sadam Hussein para hacerse con el botín del petróleo iraquí, pero no esperaba oírselo a una de las más altas autoridades de su país.
Gracias a José Mª Aznar, España tuvo la deshonra de participar en esa rapiña asesina, que ya le ha costado la vida a decenas de miles de personas.
Afortunadamente, la mayoría de los españoles no se dejó engañar.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Imaz: se cumplió el vaticinio

En la entrada de este blog de 9 de abril de 2006 me preguntaba: ¿Cuánto durará Josu Jon Imaz de Presidente del PNV? La respuesta la sabemos hoy: algo más de 17 meses. El rancio espectro de Sabino Arana que domina ese partido ha devorado al primer líder nacionalista vasco en 30 años de democracia constitucional que no ha basado su política en el nauseabundo aprovechamiento de los crímenes de la ETA.
El PNV y el País Vasco en general continuarán acercándose al precipicio al que les empuja la irracional e ilegal política de ese lendakari, con maneras de sacristán relamido e ideas de cura trabucaire.
Pienso que la época de los paños calientes ha terminado. El Gobierno debe advertir a Ibarretxe y a quienes le apoyan, por muchos que sean, que su intento de convocatoria ilegal de un referendun de secesión será impedido con todos los medios que un gobierno democrático tiene a su alcance. Con TODOS los medios, incluida la suspensión de la autonomía vasca. ¡Ya está bien, coño!

domingo, 9 de septiembre de 2007

Enfermedades, medicina, religión y prioridades

Voy a escribir sobre un asunto espinoso donde los haya. Y lo hago, a sabiendas de que mis opiniones, probablemente, no serán compartidas por los escasos lectores de este blog. Y lo hago, aprovechando que los protagonistas de la historia de la que hablaré, ni me conocen, ni llegarán a conocer mis opiniones. Entendedlo así. Premeditadamente dejo de lado el indudable sufrimiento personal de los protagonistas, algo que no podría hacer si fueran conocidos
Sin preámbulos, la historia es esta: Un matrimonio de Málaga es informado, en una revisión médica del embarazo de ella, de que la hija que esperan padece la enfermedad conocida como espina bífida. Esta enfermedad somete a quienes la padecen a toda clase de sufrimientos y limitaciones: dificultades urológicas y traumatológicas, retraso cognitivo, parálisis, etc.
Los médicos ofrecieron a la pareja la posibilidad del aborto, alternativa que rechazaron, por razones religiosas. En tal tesitura, la sanidad pública andaluza les planteó someter a la madre y al feto a una intervención prenatal experimental, en el Hospital Virgen del Rocío, de Sevilla, con la finalidad de paliar algunos de los efectos de la enfermedad que padecería la criatura desde su nacimiento. La intervención se ha realizado y la niña ha nacido recientemente, aunque para conocer hasta qué punto la intervención ha disminuido los efectos de la enfermedad habrá que esperar algunos años.
La madre ha dicho en los periódicos que para el buen fin de todo ello se ha encomendado a San José María Escribá de Balaguer. También ha dicho que espera que el conocimiento de su experiencia sirva para reducir la práctica del aborto en España. Debo suponer que lo ha dicho porque ha querido, es decir, que ha sido una declaración libre y voluntaria y no "robada". Por otro lado, el hecho de que los padres hayan expuesto en la plaza pública su experiencia y las motivaciones que la han guiado me legitima para hacer públicas estas opiniones.
Quienes sostienen las posiciones más radicalmente antiabortistas califican, con frecuencia, de asesinos a quienes lo practican e, incluso, a quienes son partidarios de la despenalización del aborto en determinadas condiciones. Lejos de tales planteamientos, soy de los que piensan que la persona que va a nacer y aún no lo es ("nasciturus") merece y requiere una protección, pero eso no significa que la protección del "nasciturus" deba predominar sobre cualquier otra consideración. En especial, para mí tienen más valor, al menos, la vida y la salud de la madre.
No obstante, en el caso que estoy comentando, la cuestión implicada es más compleja. Se trata de decidir entre estas dos alternativas, las dos legítimas, de acuerdo con la ley: dejar nacer a un ser, a sabiendas de que estará condenado a una vida de sufrimiento o impedirlo, interrumpiendo el embarazo.
El enjuiciamiento de estas conductas suele estar teñido de sentimentalismo y prejuicios ideológicos y religiosos. Lo natural y espontáneo suele ser ensalzar a quienes demuestran la generosidad (?) de arrostrar el infortunio, asumiendo el cuidado de por vida del ser enfermo. Sin salir, por el momento, de la esfera moral, me permito reivindicar la conducta de quienes, arrinconando sus convicciones (o prejuicios, cada cual lo ve a su modo), toman la decisión de evitar un sufrimiento irremediable e inútil.
La cuestión se ha complicado desde el momento en que la ciencia médica ha encontrado un remedio parcial, que reduce (no elimina) el sufrimiento de los enfermos de espina bífida.
Esta novedad me introduce en una serie de dudas y preguntas que no sé o no me atrevo a responder y que sólo dejaré indicadas. Aunque, antes de exponerlas, necesito formular determinadas consideraciones que, no por obvias, son menos pertinentes al caso.
En primer lugar, es evidente que, en el estado actual de la ciencia médica, son innumerables las enfermedades que padecen los seres humanos nacidos que no cuentan con un remedio eficaz. En cambio, no puede olvidarse que, desprovisto de motivaciones religiosas, el remedio frente a la espina bífida detectada en el embarazo es conocido, eficaz, fácil y seguro.
En segundo lugar, no es menos evidente que el nivel actual de las prestaciones sociosanitarias públicas en España/Andalucía, siendo de los más altos del mundo, aún no cubre satisfactoriamente determinados ámbitos merecedores de atención. Por citar algunos, me referiré a la atención a la dependencia, la salud bucodental y la atención psicológica.
Dicho esto, me pregunto:
¿Estarán justificadas desde un punto de vista científico y asistencial la investigación y experimentación de las prácticas quirúrgicas para resolver este problema en fase prenatal o estarán teñidas de motivaciones ideológicas y religiosas?
¿Es lógico que se empleen recursos públicos de investigación y experimentación en este asunto, sin que estén despejadas las dudas que plantea la pregunta anterior?
¿Está justificado que la sanidad pública cubra prestaciones fundadas en las convicciones religiosas de los demandantes, ofreciendo la ciencia médica remedios enormemente más simples y baratos? ¿Qué pensaríamos si los testigos de Jehová, para cumplir con sus respetables (?) preceptos, reclamaran costosos tratamientos alternativos a las transfusiones sanguíneas?
En fin, aún estoy esperando que la Conferencia Espicopal, tan puntillosa con los socialistas en temas como el matrimonio entre homosexuales, las clases de religión, la educación para la ciudadanía y tantas otras cosas, exprese su satisfacción y agradecimiento por una política y práctica sanitarias tan confesionales, como se desprende del episodio que acabo de comentar.