domingo, 17 de octubre de 2010

Cercas, la izquierda y Vargas Llosa

Javier Cercas está desbordando ampliamente su papel de escritor de calidad, ganado con todo merecimiento al irrumpir en la escena con “Soldados de Salamina”. Viene a cuento que recuerde ahora cómo corrí a la librería a comprar aquel libro desconocido de un escritor desconocido (para mí), después de leer la alabanza que le dedicaba Vargas Llosa en su artículo quincenal de los domingos. Era el año 2001.

Digo que Javier Cercas desborda su papel de escritor brillante, asumiendo, con armas y bagajes, el de intelectual comprometido. Entendiendo por tal a quien interviene en el foro público, expresando sus ideas sobre el hombre y la sociedad y su devenir.

Este papel de intelectual lo ejerció con gran brillantez con su obra “Anatomía de un instante” (gracias Paco por tu préstamo), en la que narra el golpe Estado del 23F, desde su placenta, como él la llama, hasta su fracaso y enjuiciamiento de los culpables. Esta obra, a medio camino entre la creación literaria (excelente y por ello acaba de ganar el Premio Nacional de Narrativa) y la divulgación histórica, contiene una descripción magistral del ambiente político y social de la transición, en cuyo contexto se fraguó y perpetró el golpe de Estado.

javier-cercas Javier Cercas

Hoy publica Javier Cercas en El País un artículo (“La izquierda y Vargas Llosa”) de esos que a uno le gustaría haber escrito. No sólo porque el tema sobre el que trata me bulle en la cabeza desde hace tiempo con una pulsión parecida a la que parece haber orientado al escritor, sino porque no puedo estar más de acuerdo con su contenido. Jugando con las palabras de Javier Cercas en el artículo, al leerlo, me parece más fácil compartir sus ideas que las mías propias.

No te lo voy a destripar, pero sí resaltar dos pasajes, “para hacer boca”:

- “…es imposible que la izquierda salga del atasco ideológico y la consiguiente parálisis práctica en que lleva mucho tiempo metida si no es capaz de discutir con seriedad ideas como las de Vargas Llosa, si no deja de demonizarlas sin esforzarse en entenderlas…”

- “…solo diré que si la izquierda no es capaz de atender a las razones de Vargas Llosa y hacer suyo lo que tiene de izquierdista -igual que si no es capaz de hacer suyo lo que tienen de izquierdistas Orwell y Camus-, que empiece a pensar en borrarme de la lista.”

sábado, 16 de octubre de 2010

El Schindler español

Hace unos días he leído el libro de Antonio Muñoz Molina, “Sefarad”, un conjunto de historias, cuyo hilo conductor es la marginación y persecución que sufren los personajes, muchos de ellos reales y otros quizá inventados.
Una de las historias más sugerentes es la del señor Salama. Salama es un judío, de origen sefardí, que en los años ochenta del Siglo XX dirigía el Ateneo Español en Tánger, donde lo conoció el escritor. La novela nos cuenta la historia de este hombre, que logró huir, junto con su padre, del terror nazi en Budapest, su ciudad, gracias a las gestiones del entonces encargado de negocios de la embajada del régimen de Franco en Hungría, el diplomático Ángel Sanz Briz. El resto de su familia, madre, hermanas, tíos, primos, etc., murió en campos de exterminio.

Angel_Sanz_BrizÁngel Sanz Briz
Muñoz Molina cuenta cómo este diplomático libró de la muerte segura a miles de judíos, protegiéndolos en la legación española y en otros edificios e inventándose identidades, documentos y parentescos relacionados con España, que sirvieron de salvoconducto a aquellos desdichados para huir del infierno. Estas gestiones las realizó el embajador por su propia cuenta y riesgo, empleando su propio dinero y el de la Embajada y sin permiso de su gobierno, aunque sin una desautorización expresa. Era sabido que el régimen de Franco había ayudado a salvarse a un cierto número de judíos en la época nazi, pero hasta ahora yo no había conocido una historia tan concreta, que bien merecería calificarse como la del Schindler español. Si hacemos caso a la Wikipedia, la labor de Sanz Briz fue aun mucho más fructífera que la de Schindler, ya que éste libró, al parecer, a 1.200 judíos del holocausto, mientras que aquél habría librado a 5.200.
Ha querido la casualidad que la gesta de Sanz Briz reaparezca estos días con diversos motivos. El día 3 de octubre, el diario El País publicaba un obituario, recordando el centenario del nacimiento de Sanz Briz. Y, en estos días también, Arcadi Espada le lleva dedicando diversos comentarios muy interesantes en su blog a una cierta controversia que ha planteado el italiano Giorgio Perlasca. Este italiano ayudó a Sanz Briz en su labor humanitaria y la continuó, haciéndose pasar por responsable de la Embajada de España, cuando el diplomático fue obligado por su Gobierno a abandonar Budapest. En unas memorias que ha publicado hace poco, Perlasca resta méritos a Sanz Briz, atribuyéndoselos a él mismo. Al propio tiempo, el italiano introduce un ingrediente de frivolidad y glamour, que acaba por darle a la historia un cierto aire novelesco: los supuestos amores del diplomático español con una bellísima judía húngara, la Baronesa de Pozmaniczky. Espada sale al paso de todo ésto y dice, entre otras cosas, que “El heroísmo compartido es un desdichado juego de suma cero”.
Otro día hablaré de Primo Levi y su novela, “Si esto es un hombre”, que también he leído estos días, donde cuenta su experiencia personal de judío (también de origen sefardí) sobreviviente de Auschwitz.
Pocas cosas hay que me conmuevan más que el conocimiento del holocausto nazi. Nunca me parecerá impertinente su recuerdo.

viernes, 15 de octubre de 2010

La Guerra Civil según Azaña

Estoy leyendo el libro “Causas de la Guerra de España”, de Manuel Azaña. Se trata de una recopilación de artículos publicados en 1939 en la revista inglesa World Review y destinados a un público internacional. La visión de Azaña sobre todas las cuestiones que trata es extraordinariamente lúcida, objetiva y honesta. Estos atributos son particularmente valiosos, si se tiene en cuenta la cercanía de los hechos sobre los que reflexiona, su intensa implicación en los mismos y su situación personal en los momentos en que fueron escritos los artículos: exiliado en Francia y teniendo que huir o defenderse, él y toda su familia, del acoso simultáneo de los nazis, del Gobierno de Pétain y de agentes franquistas. Situación que, sin duda, colaboró a su deterioro físico y muerte, pocos meses después.

Transcribo un pasaje del libro que me ha impresionado especialmente. Es la descripción más cruda y descarnada que he leído nunca de la cara más terrible de la Guerra del 36. Sobran las palabras.

azaña

“… la obra sombría de la venganza prosiguió extendiendo cada noche su mancha repulsiva. Los dos impulsos ciegos que han desencadenado sobre España tantos horrores, han sido el odio y el miedo. Odio destilado lentamente, durante años, en el corazón de los desposeídos. Odio de los soberbios, poco dispuestos a soportar la «insolencia» de los humildes. Odio de las ideologías contrapuestas, especie de odio teológico, con que pretenden justificarse la intolerancia y el fanatismo. Una parte del país odiaba a la otra, y la temía. Miedo de ser devorado por un enemigo en acecho: el alzamiento militar y la guerra han sido, oficialmente, preventivos, para cortarle el paso a una revolución comunista. Las atrocidades suscitadas por la guerra en toda España, han sido el desquite monstruoso del odio y del pavor. El odio se satisfacía en el exterminio. La humillación de haber tenido miedo, y el ansia de no tenerlo más, atizaban la furia. Como si la guerra civil no fuese bastante desventura, se le añadió el espectáculo de la venganza homicida. Por lo visto, la guerra, ya tan mortífera, no colmaba el apetito de destrucción. Era un método demasiado «político», no escogía bien a sus víctimas. Millares de ellas iban cayendo, no por resultas de sus actos personales, sino por su tendencia. El impulso motor era el mismo, ya se invocase el principio de autoridad y la urgencia de amputarle a la nación sus miembros «podridos», ya se operase clandestinamente por las pandillas de desalmados que en la pasión política pretendían encontrar una justificación de la delincuencia. En el territorio ocupado por los nacionalistas fusilaban a los francmasones, a los profesores de universidad y a los maestros de escuela tildados de izquierdismo, a una docena de generales que se habían negado a secundar el alzamiento, a los diputados y ex diputados republicanos o socialistas, a gobernadores, alcaldes y a una cantidad difícilmente numerable de personas desconocidas; en el territorio dependiente del gobierno de la República, caían frailes, curas, patronos, militares sospechosos de «fascismo», políticos de significación derechista…”

jueves, 7 de octubre de 2010

Enhorabuena, Maestro

mario11

“La incertidumbre es una margarita cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar.”
Mario Vargas Llosa
…y arrancó el último pétalo y dijo sí.
Vargas Llosa es de los dos o tres mejores escritores vivos en español y uno de los intelectuales más sólidos que alza su voz en nuestros días. Me he alegrado de que le concedan el Premio como se alegra uno de las venturas que ocurren en su entorno de amigos y familiares. Es una idiotez, pero, sin querer, siento que el Premio otorga validez universal, no sólo a una literatura, sino a una actitud cívica comprometida con los valores que tan elocuentemente defiende el escritor y que yo, humildemente, casi siempre comparto.
Por cierto, estoy deseando que publique su próxima novela, “El sueño del celta”. El libro narra la historia del irlandés Roger Casement, quien fue cónsul británico en el Congo a principios del siglo XX, donde denunció el salvaje genocidio perpetrado por Bélgica y su Rey, Leopoldo II.