domingo, 25 de junio de 2006

Programa vital de Bioy Casares

Se refiere Elvira Lindo en su artículo de hoy a "la lista de cosas que Bioy Casares le pedía a la vida para ser razonablemente dichoso y que apuntó (más o menos así) en su cuaderno: comer bien, dormir lo suficiente, leer lo que se me antoje, charlar con los amigos y hacer el amor siempre que se pueda."Me apunto, pero sin quitarle una coma.

jueves, 22 de junio de 2006

Reyezuelos proxenetas

Siempre me pareció particularmente indignante que el régimen de Franco diera asilo en nuestro país a toda clase de monarquías arrumbadas, algunas de ellas francamente pintorescas, por no decir imaginarias o simplemente, inexistentes. Esos reyezuelos de tres al cuarto o sus antecesores más o menos lejanos fueron derrocados en sus paises por incompetencia, corrupción o simple estulticia y se paseaban por el mundo acompañados de su numerosa parentela, en busca de la caridad de un pariente que aun conservara el trono. Nuestro pequeño (de talla) dictadorzuelo de voz aflautada les daba asilo, probablemente con la finalidad, entre otras, de meterle un dedo en el ojo al padre del actual rey y con la secreta pretensión de que si algún día le llegaba su "sanmartín" (Dios no lo quiso y los españoles tampoco), alguien se apiadara de él, en agradecimiento a los servicios prestados. Probablemente, el tirano les facilitó dádivas y privilegios propios de las dictaduras para que pudieran "ir tirando". Ya sabes, licencias de importación, exenciones, sinecuras... Llegada la monarquía, más de una vez me produjo inquietud (decir nauseas es quizá un abuso de lenguaje) ver cómo los reyes de España y sus cachorros alternaban con frecuencia con esa clase de individuos, les daban cobijo y quién sabe qué más. No estoy seguro de que tales compadrajes hayan desaparecido. Por eso, mi pasada inquietud se acrecienta ahora que sé que esos reyezuelos arrumbados ¡son unos proxenetas!

sábado, 10 de junio de 2006

Al Gore for President

El ex-vicepresidente de los EEUU con Bill Clinton, Al Gore, acaba de presentar en el Festival de Cine de Cannes un documental en el que alerta sobre los peligros del calentamiento global, con el expresivo título de "An Inconvenient Truth" (Una verdad inoportuna).Siempre he sentido simpatía por este político demócrata. En su época de Vicepresidente representaba un cierto contrapunto de rigor y rectitud frente a la relativa veleidosidad del Presidente Clinton. En las elecciones a la Presidencia de los EEUU, a las que se presentó, todos los demócratas-liberales del mundo apretamos fuertemente los dientes de rabia cuando vimos cómo los hermanos Bush le birlaban la presidencia, con las marrullerías en el Estado de la Florida, a pesar de ser el claro ganador en votos populares en el conjunto del país.Aunque ha declarado reiteradamente que no piensa presentarse de nuevo a las elecciones, modestamente, expreso mi deseo de que recapacite. Máxime teniendo en cuenta la deriva conservadora que están experimentando las posiciones de la otrora liberal Hillary Clinton y, al parecer, máxima favorita para la candidatura demócrata.Lamentablemente, sólo los ciudadanos USA tienen capacidad decisoria sobre estas cuestiones, a pesar de la evidente influencia que sobre todo el mundo tiene quién sea el inquilino de la Casa Blanca.En el enlace tienes un artículo con más información sobre este asunto.

http://muriago.bitacoras.com/cmendounaverdadinconveniente.htm

Gobierno vs. PP ante el fin de ETA

Hay algunas cosas que me irritan del inevitable proceso de diálogo para el fin del terrorismo de ETA que acaba de abrir el Gobierno.Una de ellas es el prestigio que adquiere la otra parte (ellos, los asesinos, los terroristas) al sentarse a hablar a la misma mesa con nosotros (el Gobierno, nuestros representantes). Es un efecto también inevitable del diálogo. Si considero que hablar con un asesino es un buen método para que deje de matar, debo asumir el coste de hablar con él, por muy repugnante que me resulte. Es un coste necesario y lo asumo, aunque me irrite.Eso no quiere decir que debamos admitir otros fenómenos que prestigian gratuitamente a los asesinos, como que vengan a opinar del asunto como lo han hecho el Papa, el Secretario General de la ONU, algunos clérigos vascos; las andanzas de exterroristas o exfiloterroristas irlandeses que vienen aquí a darnos lecciones; o la irrupción de presuntos mediadores, a quienes nadie ha llamado.Hay otras cosas que no me gustan del planteamiento del Gobierno. La principal es esa actitud tan evidente de “echar toda la carne en el asador” que ha adoptado el Presidente Zapatero. Casi de “jugarse todo a una carta”. Ha puesto al frente del Ministerio del Interior al activo más valioso de que disponía, dejando desprotegido el importante flanco parlamentario; ha puesto en liza todo su crédito político, el de su partido y el de su Gobierno y se ha lanzado en tromba a lograr un acuerdo, ¡con una banda de asesinos irregulares!Por lo demás, resulta ingenuo tachar de electoralista la actitud del Gobierno. El Gobierno hace lo que hace porque le parece lo mejor para España y, además, porque espera sacar réditos políticos de ello. Como el PP hace lo que hace porque le parece lo mejor para España y, además, porque espera sacar réditos políticos de ello. Si a alguien eso le parece escandaloso o inmoral que se caiga del guindo.Pero hay diferencias entre los planteamientos del Gobierno socialista y del Partido Popular en este asunto, que merecen una valoración moral.La primera y más evidente. Ambos han hecho lo mismo cuando estaban en el Gobierno, es decir, tratar de hablar con ETA. Hablar, dialogar, como método para el fin de terrorismo. El PSOE, en su momento en la oposición, respetó las actuaciones del Gobierno del PP, actitud bien diferente a la que ahora adopta el PP en la oposición: un poco hipócrita, ¿no te parece?Pero para mi hay una diferencia más importante. El Gobierno ha fiado su éxito político al logro de un acuerdo. La estrategia del PP, en cambio, confía en sacar provecho político del fracaso de la arriesgada apuesta del Gobierno. Evidentemente, no es lo mismo. Y, como no es lo mismo, desde un punto de vista exclusivamente ético, yo me encuentro más cómodo apoyando la postura de nuestro Gobierno.Tú haz lo que quieras, incluido asistir a esa manifestación de esta tarde, en la que el PP utiliza a las víctimas del terrorismo como ariete contra el Gobierno, es decir, para que el Gobierno fracase en su empeño, aunque ese empeño nos beneficie a todos, incluidas las víctimas.

lunes, 5 de junio de 2006

Arden los pinos del coto

En el interior del Coto de Doñana ha habido estos días dos incendios, provocados, al parecer, por la negligencia de individuos que se dirigían a la tradicional bacanal que se celebra en aquellos parajes. También se ha sabido que el Gobierno ha destinado a ¡3.000 guardias civiles! en misiones de vigilancia en la botellona almonteña. ¿A qué tanta fuerza pública? ¿No hay otra forma de impedir los desmanes de los hooligans rocieros que dejar desprotegidos al resto de ciudadanos? (¡ojo!, somos la mayoría). Y, ¿sabe alguien el coste del dispositivo sanitario público desplegado para hacer frente a los numerosos comatosos etílicos que genera esa merienda de n... perdón, de rocieros? La situación se ha vuelto insostenible. Por eso, yo propongo el establecimiento de una tasa rociera, que deberá abonar todo aquél que pretenda asistir a tan frenéticas celebraciones, ora enrolándose en las comitivas que hacia allí se dirigen, por trochas y caminos, ora acudiendo directamente al templo del desenfreno báquico-mariano. Con el producto de dicha tasa se sufragarán los costes directos e indirectos que ocasionan tan bastas celebraciones, tales como: incendios y otros daños medioambientales, seguridad, asistencia sanitaria, indemnizaciones por las graves molestias físicas y morales que ha de sufrir la población ajena a tales apoteosis de vino, sudor y polvo, etc., etc. En el artículo que puedes leer pinchando el enlace hay más información sobre la plaga rociera.

http://muriago.bitacoras.com/ardenlospinosdelcoto.htm

domingo, 4 de junio de 2006

Impresiones de Venecia

Al llegar al aeropuerto Marco Polo de Venecia las maletas tardan en salir. El ritual de los viajeros aeronáuticos, reunidos alrededor de la cinta transportadora, se prolonga más de lo esperado, sin que el artefacto comience a rodar. Es, pues, inevitable leer el aviso en el que las autoridades del aeropuerto, mediante un larguísimo texto en italiano e inglés, endosan las culpas de los retrasos en la entrega de los equipajes a otras compañías, por una serie de confusos motivos que no logré entender, a pesar de la bilingüe explicación.
Recuperadas, por fin, las maletas, nos llamó la atención que nadie esperara taxi en la parada. No parece un medio de transporte habitual en el aeropuerto de Venecia. El taxista no le permitió a Elena hacer fotos desde el taxi. Ignotas razones por las que no preguntamos. Tal vez por no encontrarnos con una explicación incomprensible, previsiblemente en italiano; tal vez por el azoramiento propio del forastero.
Desoímos los consejos de quienes nos habían advertido de que no había inspecciones a viajeros sin billete en los transportes públicos y adquirimos sendos abonos, que nos permiten viajar ilimitadamente durante tres días en autobús y vaporetto, por 25 euros cada uno. El autobús era una necesidad diaria desde Mestre, donde estaba nuestro hotel, a 15 minutos de Venecia y el barco, como luego comprobamos, elemento imprescindible en la propia Venecia y, desde luego, para los desplazamientos por las islas de la laguna. A pesar de ello, nos permitimos y nos fue permitido un pequeño “fraude”, porque disfrutamos del transporte gratuito durante algunas horas más de las 72 previstas, pecadillo venial de turista latino.
Dicen que fue Napoleón el que llamó al Gran Canal la calle más bonita de Europa y nosotros nos aprestamos a comprobarlo.
Nada más llegar a Venecia tomamos el vaporetto en Piazza de Roma en dirección a San Marcos. La línea 1 del vaporetto para en todas las estaciones y ofrece al viajero primerizo una magnífica e inmediata inmersión en Venecia.
Vista del Gran Canal en la zona de Rialto (2006)

En apenas 30 minutos, a vista de gaviota (gaviota que vuela bajo, podríamos decir), contemplamos palacios, iglesias, canales, quedando, de golpe, embriagados de atmósfera veneciana.
Entrar en la Piazzetta, antesala de la Plaza de San Marcos, entre las columnas de San Marcos y San Teodoro, a las 13:30 horas de cualquier día del año no es un espectáculo agradable. La turbamulta de turistas, solos, en parejas o en grupos desluce un entorno realmente impresionante. Al tiempo, algunos de los edificios están cubiertos por lonas y andamios y rodeados de casetas de obra, lo que desmejora aún más las condiciones del escenario. Escenario, por lo demás, espléndido y que apetece imaginar sin obras y con menos turistas.
Mi afición por contemplar las cosas desde arriba me tienta a subir al Campanile, a pesar de las premoniciones de la guía, que recomendaba encarar esta faena a primeras horas de la mañana, para evitar largas colas. Para nuestra sorpresa, siendo las dos de la tarde, la cola de subida no pasó de los 5 minutos. No desperdiciaré adjetivos para describir las sensaciones que nos producen las vistas: el entorno de San Marcos, la Basílica y el Palacio Ducal, los tejados de Venecia, la laguna, las islas. Parece que en días claros se contempla hasta los Alpes, espectáculo que no nos fue dado disfrutar, ya que la bruma y una fina lluvia intermitente nos acompañó durante los cuatro días que duró nuestra visita. Todo me resulta muy fotogénico y no desaprovecho la ocasión, aunque, la verdad, después de apenas una hora en Venecia, ya era consciente de que la ciudad, toda ella, se muestra muy propicia para la fotografía. Resulta curioso contemplar desde el Campanile los dibujos del pavimento de la Plaza de San Marcos, que no habíamos apreciado desde el suelo. Y la perfecta alineación de las mesas y las sillas (los veladores, diría un sevillano) de las cafeterías de la plaza, fenómeno éste que sólo aprecié ya de vuelta a casa, contemplando las fotos que había hecho.
Vista de la Plaza de San Marcos desde el Campanile

Esto me trae a la mente la idea que me ha guiado siempre, conforme a la cual, la realización de un viaje se compone de tres fases y saltarse cualquiera de ellas supone, en cierto sentido, amputar elementos de la experiencia en que el viaje consiste, quedando incompleta. Las tres fases, ya lo habrás imaginado, son los preparativos, la celebración (normalmente la fase más corta e intensa, la única, para muchos) y el recuerdo. Es para mi un verdadero placer rebuscar en la sección de viajes de las librerías las guías del lugar que proyecto visitar. Colocar la guía adquirida en la mesita de noche y dedicar cada día algo de tiempo a hacerme una composición de lugar (nunca mejor dicho). Poco a poco vas comprendiendo la estructura de las ciudades, sus barrios y lugares de interés y vas trazando itinerarios imaginarios cuyo recorrido insertas de un modo desordenado en el programa del viaje. Eventualmente, estudias algunas obras de arte (edificios, cuadros, esculturas, etc.) con algo más de detalle, con el fin de enriquecer el viaje.
A la vuelta, es necesario aprender a disfrutar del relato de tus impresiones a quien le interese oirlas. Ordenar y retocar las fotografías, demorarte en el recuerdo íntimo de momentos y lugares.
Después de bajar del Campanile, incomprensiblemente, no nos aprestamos a visitar la Basílica o el Palacio Ducal, como si los casi cuatro días que teníamos por delante nos parecieran eternos. A punto estuvimos de lamentar esa falta de atención a lo que se nos venía encima que era, nada menos, que el puente del Primero de mayo.
Así que abandonamos la Plaza de San Marcos por el lado napoleónico, no sin antes comprobar cuáles eran las tarifas de las terrazas de la plaza. “Caffelatte”, 7,80€, a lo que hay que añadir un suplemento de orquesta de 5,50€ (por persona y sólo aplicable a la primera consumición), lo que hace un total de 13,30€ por un simple café, eso sí, IVA y servicio incluido.
En ese lado de la Plaza se encuentran las tiendas de firmas caras y los mejores comercios de recuerdos de Venecia (máscaras, grabados, etc.). Por estas calles nos cruzamos con Farah Diva, paseando y luciendo tranquilamente su lustroso palmito. Sin querer viene a mi mente de modo espontáneo un pensamiento incongruente: la espléndida figura de la exemperatriz y el contrapunto de las fatigas de ese pueblo cuyo progreso histórico ha consistido en pasar de la corrupta tiranía feudal de Reza Pahlevi a la costrosa satrapía islámica de los “ayatollahs”. ¡Pobres iraníes!
En esa zona de Venecia se encuentra el teatro de la ópera La Fenice, con un pequeño y recoleto embarcadero al que imaginas que arribarán, en sus góndolas, personas distinguidas en noches señaladas de espectáculos de ópera y teatro.
Desde la hermosa plaza Campo Manin y a través de un laberinto de callejuelas que trazan un itinerario imposible (si no fuera por la exhaustiva señalización) llegamos al Palazzo Contarini del Bovolo (S. XV). Bovolo significa en dialecto veneciano concha de caracol y hace referencia a una original escalera exterior en forma de espiral, situada en la fachada del edificio, que otorga al conjunto una imagen singular e inconfundible. Merece la pena acercarse hasta allí.

"Palazzo Contarini del Bovolo" (S. XV)
Al este de San Marcos recorrimos un itinerario que recomendaba la guía. A despecho del tópico, contemplamos y fotografiamos el Puente de los Suspiros desde el interior del canal, una de las más bellas estampas de Venecia.
Puente de los Suspiros

Deambulamos por entre los puentes y canales de los alrededores de la Iglesia de San Giorgio dei Greci, visitamos la Iglesia de San Zacaria, con su prometedora fachada, semioculta por las sempiternas lonas y andamios y desembocamos en Riva degli Schiavoni. Apetece descansar en este espacio urbano y dedicar un rato a fijar la vista en todas direcciones. Contemplar las fachadas de los edificios que dan al muelle, como el Hotel Danieli o la Iglesia de La Piedad, avistar la cercana isla de San Giorgio Maggiore o la Giudecca, divisar a lo lejos Santa Maria della Salute y disfrutar, en fin, de este espacio abierto a la bella encrucijada de la laguna veneciana.
Observamos distraídamente el ir y venir de embarcaciones que entran y salen del Gran Canal, que van y vienen por la laguna: góndolas, taxis, vaporettos de diferentes colores y tamaños, cuando, de súbito, un enorme barco de crucero asoma su rotunda proa en este delicado espacio navegable, arrastrado por un pequeño remolcador. La irrupción del trasatlántico genera una escena de volumetría incoherente, en la que un enorme gigante convierte en pequeños liliputienses, no sólo al resto de embarcaciones que deambulan por allí, sino a los edificios e incluso a las propias islas. Todo parece que va a ser engullido por este enorme “gulliver”. Pero el gigante vira suavemente conducido por su pequeño lazarillo acuático y se dirige a atracar en un muelle cercano sin causar mayores males.
Antes de volver al Hotel de Mestre tomamos un vaporetto, con la intención de contemplar de cerca el Puente de Rialto, que tan buena impresión nos causó cuando lo atravesamos en nuestra primera singladura.
El puente es una construcción de 1588. Siempre me ha llamado la atención la antigüedad de los puentes. ¿Cómo es posible que aguante su uso un puente construido hace más de 4 siglos sin venirse abajo? No pienso lo mismo de los edificios, o no necesariamente. Cosas de un lego en arquitectura e ingeniería.
Vista nocturna del Puente de Rialto

Es un puente de un solo arco de radio cerrado, supongo que para permitir el paso de embarcaciones, lo que provoca dos acusadas pendientes al transitarlo. Sobre el puente hay dos hileras de construcciones, destinadas a tiendas de recuerdos, que terminan de otorgarle la singular personalidad que lo distingue.
El Puente de Rialto me resulta bellísimo. Lo he contemplado de día y de noche, desde arriba y desde el agua, en vaporetto y en góndola. Sin duda, uno de los elementos más brillantes de Venecia.
Al día siguiente nos bajamos en la parada del vaporetto de Rialto, para curiosear por una zona que nos resultó sugerente el día anterior. Nos entretuvimos en las tiendas de artesanía y recuerdos del propio puente y entramos en el mercado. El mercado de Rialto tiene dos zonas, una dedicada a la fruta y la verdura (Erberia) y otro al pescado (Pescheria). Siempre me han producido un cierto magnetismo los mercados. La voluptuosidad de formas, colores y olores de los productos, la sensación de ver latir a tu alrededor la pura realidad de la ciudad que visitas, donde la gente compra aquello que comerá poco después. En el mercado captas una porción auténtica de la vida de los habitantes de la ciudad. En un mercado puedes imaginar por un momento que no eres turista. Quizá no haya otro sitio en Venecia, lugar tan turístico por tantos motivos, para percibir el pulso de la ciudad desprovisto de los artificios que el turismo conlleva.
Disfrutamos del mercado. Nos llamó la atención el precio de pescados y mariscos, más baratos, en general, que en España, menos apreciados, quizá.

Puesto de pescado del mercado de Rialto

Continuamos vagando por esta zona a la que volvimos en alguna otra ocasión. Todas las calles de los alrededores del puente están muy animadas durante el día. Son muy agradables las dos riberas del canal en dirección a San Marcos, especialmente la de la derecha. Cerca del puente y del mercado, a la caída de la tarde, en varios locales se reúne gente joven que toma bebidas en la calle.
La Gallerie dell'Accademia es uno de lo museos que teníamos previsto visitar. La guía dice que es la mayor colección de arte veneciano, lo que no es poca cosa, en esta ciudad en la que cualquier iglesia, cualquier palacio, alberga numerosas obras de arte de artistas excepcionales. Recorrimos sus salas, ordenadas según un criterio vagamente cronológico, deteniéndonos específicamente a contemplar un par de cuadros: La tempestad de Giorgione y Cena en casa de Leví, de El Veronés.
Lo primero que nos llamó la atención, tanto en uno, como en otro, fue la baja intensidad del colorido de los lienzos, en flagrante contraste con el de las fotografías que recordábamos haber visto. Es un fenómeno demasiado frecuente en la pintura, que resulta frustrante. En ocasiones, es la deficiente iluminación de las obras la que oculta su color. En otras, quizá un alarde del fotógrafo lo resalta más allá de lo real y, al contemplar la obra original, se produce la desilusión.
A pesar de lo dicho, disfrutamos de la contemplación de ambos cuadros. El enigma de La Tempestad y sus personajes, insertos en la irrealidad de un paisaje y un ambiente desolado y violento.
El cuadro de El Veronés, por su propio tamaño y la densidad de su contenido es mucho más propenso a la glosa y el comentario. En particular, nos entretuvimos con Elena en encontrar algunos de los motivos que el cuadro contenía, en sus descomunales dimensiones: animales de diferentes especies y tamaños, niños armando guerra, soldados con distintos uniformes, señores y sirvientes, negros, turcos. Todo un batiburrillo de seres y objetos que hace difícil pensar que el cuadro representó en algún momento la Última Cena. Al parecer, el autor fue procesado por la Inquisición y salió del paso cambiando el nombre del cuadro.
Justo frente a la Academia se encuentra el puente de madera del mismo nombre, uno de los tres que cruza el Gran Canal, también muy bullicioso.

Puente de la Academia

Dice la guía y es verdad que la Colección Peggy Guggenheim supone un contraste respecto al resto de Venecia. Una isla de arte contemporáneo en un océano de arte renacentista. La colección se aloja en un palacio con un bonito jardín con esculturas. Es quizá más apropiado decir que el edificio del museo es un cuarto de palacio, por cuanto se quedó en la planta baja un diseño original de cuatro plantas. Desde el canal se aprecia claramente ese extraño carácter inacabado que justifica el apodo de Il palazzo nonfinito con que se le conoce.
Es recomendable - nosotros lo hicimos - comprar una pequeña guía del museo, en la que ofrecen una breve explicación de más de la mitad de la colección. No es ayuda suficiente para que el arte contemporáneo entre en nuestra dura sensibilidad figurativa, pero, al menos, nos da un ligero barniz.
La colección contiene obras de lo más granado: Picasso, Braque, Bacon, Paul Klee, Kandinsky, Pollock, Max Ernst, Miró, Dalí, Mondrian, etc. Tiene un tamaño ideal para disfrutarlo sin indigestiones, salvado el propio carácter indigesto del arte contemporáneo, con perdón.

Escultura erecta en el jardín de la Colección Peggy Guggenheim
Después de la Academia y del Guggenheim nos topamos con la monumental Iglesia barroca de Santa Maria de Della Salute. La Iglesia fue erigida en agradecimiento al fin de una de las pestes bíblicas que vivió la ciudad a lo largo de su historia.
Al parecer fueron muy frecuentes las epidemias en la historia de Venecia, provocadas por la insalubridad de las aguas y los terrenos pantanosos. Y es que uno se pregunta cuál pudo ser la motivación de los primeros pobladores de estas islas de la laguna veneciana. Qué les impulsó, en épocas históricas sin la técnica y los medios actuales, a dejar el continente y asentarse en unas islas que cabe imaginar como marismas cenagosas e insanas. Y, con el paso del tiempo, crear el milagro de Venecia.
Santa Maria Della Salute se encuentra a la entrada del Gran Canal, casi frente a San Marcos, disfrutando de una posición privilegiada. Es un templo omnipresente desde muchos puntos de la ciudad y, a su vez, por eso mismo, disfruta de unas vistas excepcionales.



Vista del Campanile de San Marcos desde el interior de la Salute

Al día siguiente programamos una visita a las islas. Ya estábamos acostumbrados a subir al vaporetto sin que nadie nos pidiera los billetes cuando, de pronto, mientras pretendíamos subir precipitadamente al primero de los barcos de los numerosos trasbordos que haríamos ese día, una empleada uniformada de la compañía del vaporetto nos dio el alto y nos obligó a mostrarle los billetes. Trabajosamente buceé en la mochila hasta encontrarlos y, secretamente orgulloso de nuestro cívico comportamiento, se los enseñé a la inspectora que, rauda, nos franqueó el paso hasta la cubierta del barco presto a zarpar.
Aún nos quedaba otra prueba que superar, porque, desde el principio, nos cupo la duda de si los abonos que habíamos adquirido cubrían los desplazamientos entre las islas o únicamente los trayectos internos de los canales de Venecia. Prueba que superamos satisfactoriamente poco después.
Decidimos sobre la marcha y, quizá condicionados por la primera línea que salió del muelle Fondamente Nuovo, iniciar nuestro periplo insular por la más alejada de las islas, Torcello, a la que llegamos previo trasbordo en Burano.
Torcello es una deliciosa isla verde y deshabitada, cuyo interés reside, fundamentalmente, en la visita de sendos monumentos de estilo bizantino: la Catedral de Sta. Maria Assunta y la Iglesia de Sta. Fosca, ambas magníficamente restauradas. No subimos al campanile de la Catedral, desde el que, con seguridad, las vistas de la laguna deben ser espectaculares.


Iglesia de Santa Fosca en Torcello
Merece la pena la visita a Torcello. Tanto la isla como los dos monumentos son encantadores.
No tuvimos la precaución de preguntar las horas de salida de los barcos de Torcello, pero, cuando terminamos la visita y volvimos al embarcadero, que dista unos 500 m. de los monumentos, sólo una pequeña espera nos separó de la siguiente etapa que nos llevaría a la cercana isla de Burano.
La isla de Burano se visita en menos de una hora. Son dos o tres canales sobre los que se alinean casas de colores imposibles que, junto a los numerosos restaurantes y tiendas de artesanía y recuerdos, le dan a la isla un aspecto singular: como de lugar turístico de juguete.

Canal de la isla de Burano
De Burano tomamos el barco hacia Murano. Esta es la travesía más larga entre las islas que visitamos, ya que Murano es la más cercana a Venecia. En las travesías reside parte del interés de la excursión, especialmente si hay buena temperatura. En tal caso, es recomendable coger uno de los asientos exteriores del barco, para disfrutar del aire y de las vistas de la laguna y de las islas, alguna de las cuales te apetece visitar, como la isla-cementerio de San Michele.
Llegamos a Murano a las 15 h., cuando ya no soplan el vidrio, así que nos perdimos tan incomparable espectáculo. Sí pudimos contemplar, en cambio, a algún artesano moldeando el vidrio en la tienda. O no teníamos mucho interés en comprar o no nos pareció encontrar nada muy diferente a lo que ya habíamos visto en Venecia.
Es agradable el paseo por el canal principal y la visita a la Iglesia de San Pietro Martire, con un retablo de Bellini. No visitamos, por descuido, la Iglesia de Santa Maria e Donato ni, por desgana, el Museo del Vidrio.
En Murano hay varios embarcaderos del vaporetto y tomamos el barco para Venecia, no en el que desembarcamos, sino en el que estaba más próximo del lugar donde decidimos volver. La llegada, como la salida, fue en Fondamente Nuove.

viernes, 2 de junio de 2006

La "realidad nacional" de Andalucía, según José Antonio Griñán

El Consejero de Economía y Hacienda, en una conferencia impartida ayer en el Club "Antares" de Sevilla, se refirió al significado del empleo del término "realidad nacional" en el Preámbulo del nuevo Estatuto de Autonomía para Andalucía con las palabras que transcribo, en negrita, más abajo. Reconozco que me encuentro entre aquellos a los que causó inicial perplejidad (y también preocupación) la dichosa realidad nacional. El planteamiento de J. A. Griñán ayuda a entender racionalmente una cuestión no suficientemente explicada por sus autores y tiene para mí un efecto balsámico, en la medida en que ha disipado, en cierto modo, la preocupación a la que me acabo de referir.

«Sapere aude fue el grito de la Ilustración. Conviene, en efecto, atreverse a leer y a usar la razón; atenerse a lo escrito y ser leales con las premisas a la hora de sacar conclusiones. Seámoslo.
Lo que se dice en el texto remitido al Congreso de los Diputados es que la realidad nacional de Andalucía se reconoce en la Constitución Española como nacionalidad y que, por tanto, nuestra comunidad es una nacionalidad histórica dentro de la nación española. Y esto, en términos históricos y constitucionales, es irreprochable e irrefutable.
La Constitución de 1978 reconoció tres comunidades con autonomía plena a las que pareció reservar el término nacionalidad. Fueron aquellas que, con arreglo a la legalidad de la República, habían plebiscitado sus respectivos estatutos de autonomía. Las demás comunidades podrían obtener este mismo reconocimiento siguiendo la muy complicada vía del artículo 151.
Solo Andalucía lo hizo.
Y, al hacerlo, el pueblo andaluz escribió una gesta sin precedente. Lo consiguió contra viento y marea, contra el gobierno central, sin apoyo mediático, a solo cuatro años del final de la dictadura, y sin desviarse un ápice de la legalidad. El 28 de febrero de 1980 Andalucía se identificó expresamente como pueblo y conquistó su derecho a ser nacionalidad con autonomía plena.
Realidad nacional es, pues, una expresión construida contra el olvido, cuyo propósito ha sido rescatar y dotar de pervivencia a una parte determinante de nuestra historia. Aquella en que Andalucía nació como un pueblo que se hacía dueño de su futuro.
Realidad nacional viene de ese nacimiento o, si ustedes lo prefieren, de esa ruptura con un pasado de sumisión, de ese punto final a la mirada indulgente del centralismo.»

José Antonio Griñán

Respuesta a Ferlosio de J. A. Fernández Cordón

En el enlace de ahí abajo puedes leer una carta que Juan Antonio Fernández Cordón envió a El País, en respuesta al artículo "Andazulía", de Rafael Sánchez Ferlosio y que no le han publicado. No tengo más remedio que compartir su indignación por la chabacanería y mal gusto del título del artículo de Ferlosio. Es verdad, también, que el artículo sobredimensiona la importancia del párrafo del Preámbulo del Estatuto. Pero, por encima de eso, debo admitir que me apasiona la capacidad del escritor para diseccionar ideológica y gramaticalmente un discurso como el del famoso párrafo. Si, además, reparo en el talento literario con el que perpetra sus provocaciones, francamente, reconozco mi arrebato. Es un problema que, como diría un amigo, quiza deba mirarme algún día.

http://muriago.bitacoras.com/jafcordonrespondeaferlosio.doc

"cómo le explicaríamos a un marciano que, habiendo en España tres millones de viviendas vacías, continúen por las nubes"

Esta frase pertenece a la columna de de hoy de JJ Millás. Genial como siempre, me ha encantado el sarcasmo de que la explicación de las gercarteras, afinsas, marbellas, etc. debemos buscarla en el horóscopo. No hay explicación racional.El artículo completo está en el enlace de ahí abajo.

http://muriago.bitacoras.com/jjmillashoroscopo.htm