jueves, 28 de septiembre de 2023

MALA EDUCACIÓN Y OBLIGACIONES INSTITUCIONALES

 

Esto es lo que ha pasado. La ministra de Igualdad, Irene Montero, de Podemos, y la Presidente del Parlamento de Aragón, Marta Fernández, de Vox, se encuentran en un acto oficial en el Palacio de la Aljafería, sede de la asamblea aragonesa.

Cuando la Ministra llega a la altura de la Presidente, le dice: “Me alegro de que nos encontremos en un evento europeo para defender el derecho al aborto”. La Presidente le contesta: “Bienvenida” y algo más, pero es ininteligible. Ninguna de las dos hace ademán alguno de darse la mano o cualquier otro gesto de saludo.

A continuación, llega a la altura de la Presidente la Secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, le extiende la mano a la Presidente, para saludarla y ésta le niega el saludo y le dice: “Bienvenida a esta casa”.

¿Qué valoración merecen estos hechos?

En primer lugar, la Ministra llega metiéndole un dedo en el ojo a su anfitriona, ufanándose de que se trata de un acto en defensa del derecho al aborto, derecho que Vox no reconoce. No confundir el hecho de que el aborto esté despenalizado con el reconocimiento por ley del aborto como un derecho.

A mi juicio, que la Presidente no le extendiera la mano a la Ministra, probablemente estuvo mal, pero tiene justificación. Cuando uno llega a un lugar en el que le están esperando, lo normal es que sea el que llega el que extienda la mano. Por tanto, si recibes a una persona que cuando llega, no sólo no te da la mano, sino que te mete el dedo en el ojo, no tiene mucho sentido que tú extiendas la mano. Bastante hizo La Presidente con darle la bienvenida.

Otra cosa es el encuentro con la Secretaria de Estado. Fue una grosería no darle la mano cuando ella la extendió,  dejándola con la mano en el aire, sin que disculpen dicha conducta inapropiada las palabras de bienvenida que le brindó.

Dicho todo lo anterior, a pocos de los que están poniendo verde a la Presidente del Parlamento de Aragón se les ha oído abrir la boca ante una conducta absolutamente mucho más grave, como es la negativa a acudir a despachar con el Rey de los partidos montaraces, Junts, ERC y Bildu. No sólo es un gesto de mala educación mucho más serio que no saludar a una autoridad en un acto, sino que es una anomalía política gravísima. Tan grave, que muchos querríamos que el Rey no tuviera en cuenta, para proponer un candidato a la Presidencia del Gobierno, la opinión de los partidos que se nieguen a despachar con él. Se trata de una anomalía institucional que supone el traspaso de una línea roja que la democracia española no debería consentir.

viernes, 22 de septiembre de 2023

ALFONSO GUERRA Y YOLANDA DÍAZ

 


Alfonso Guerra se ha tomado a coña los afanes de la Vicepresidente comunista del gobierno de España, Yolanda Díaz, refiriéndose a la frecuencia de sus visitas a la peluquería.
La afectada y otras personas, no necesariamente de la misma órbita ideológica, han acusado inmediatamente a Alfonso Guerra de machista.

A mí esta reacción me ha dejado perplejo. ¿Por qué es machista resaltar, en tono burlesco, los intensos cuidados que le dedica la Vicepresidente a su imagen física? No me cabe otra respuesta que entender que, para quienes han criticado a Alfonso Guerra, mofarse de una mujer por cualquier motivo es machista.

Supongamos que un político de sexo masculino, heterosexual, y de una edad similar a la de Yolanda Díaz se tiñera el pelo y cambiara de peinado frecuentemente. Si alguien se mofara de él, algo que más que probablemente ocurriría, ¿estaría protegido por un mecanismo análogo al que supone acusar de machista a quien se mofa de lo mismo, pero referido a una mujer? Por supuesto que no. Ese hombre heterosexual deberá soportar estoicamente las burlas.
Otra cosa es si ese hombre fuera homosexual. Con seguridad, el sarcasmo sobre los cuidados personales de un hombre homosexual sería inmediatamente acusado de homófobo por los juzgados de guardia de la moral contemporánea. Pero esta es otra cuestión, en la que no entraré ahora.

En este caso, esa desigualdad de trato de la moral ‘oficial’ actual entre hombres y mujeres es particularmente incongruente. Porque, qué debemos pensar del hecho de que las mujeres dediquen mucho más tiempo, dinero y esfuerzos a su aspecto personal que los hombres. Acaso se trata de un fenómeno que redunda en una mayor igualdad entre hombres y mujeres, o más bien lo contrario.
Es evidente que una mujer como Yolanda Díaz, que cuando aumenta su proyección pública, cambia radicalmente de aspecto, mejorando drásticamente su vestuario, su maquillaje, su pelo…, no está ofreciendo con ello un mensaje feminista, sino más bien todo lo contrario. El mensaje que transmite ese cambio de imagen es el de una servidumbre a valores claramente conservadores y machistas, como los que obligan a que las mujeres cuiden su aspecto más que los hombres y se presenten ante los demás perfectamente acicaladas, resaltando su atractivo físico.
Algunas (y algunos) dirán que las mujeres tienen derecho a vestirse, maquillarse y peinarse como les dé la gana y yo no tengo nada que oponer a esta consideración. No tengo nada que oponer, pero sí tengo algo que comentar y es que esta respuesta, si la formula una persona que se considere feminista, es de un feminismo caradura e incoherente, por supuesto.
Dando un paso más, si admitimos que el exceso en el cuidado del aspecto físico de las mujeres no es una muestra de feminismo, sino todo lo contrario, llamar machista a quien se burla de una mujer que pasa mucho tiempo en la peluquería, es, no solo incoherente, sino que es de un feminismo bastante caradura.

Le he planteado estas cuestiones a ChatGPT. Te transcribo las preguntas que le he hecho y sus respuestas y verás cómo consigo finalmente doblegar el evidente sesgo de esta herramienta de inteligencia artificial. Sesgo que ya conocía por consultas anteriores. En este caso, se resiste en las dos primeras preguntas, agarrándose a los habituales tics de lo que he llamado feminismo caradura, pero, al final, sucumbe a la verdad. Compruébalo.

“Pregunta: Acusar a una mujer de ir mucho a la peluquería, ¿es una muestra de machismo?
ChatGPT: Acusar a una mujer de ir mucho a la peluquería no necesariamente es machismo por sí solo, ya que depende del contexto y la intención detrás de la acusación. Si se hace de manera despectiva o para juzgarla por sus elecciones personales, podría considerarse machista. Sin embargo, si se trata de una conversación casual o un comentario sin malicia, no necesariamente lo es. Es importante considerar el tono y el propósito de la acusación antes de etiquetarla como machista.

Pregunta: Que una mujer se compre mucha ropa, se maquille mucho y se tiña el pelo de rubia, ¿se puede considerar una conducta feminista?
ChatGPT: La cantidad de ropa que una mujer se compre, su elección de maquillaje o color de cabello no define si su conducta es feminista o no. El feminismo se trata de la igualdad de género y los derechos de las mujeres, no de sus preferencias personales en la moda o la apariencia.
El feminismo se enfoca en luchar contra la discriminación de género, la desigualdad de oportunidades y la promoción de los derechos de las mujeres. Lo que una mujer elija hacer con su apariencia personal es una decisión individual y no necesariamente está relacionada con su compromiso con el feminismo. El feminismo se basa más en acciones y creencias relacionadas con la igualdad de género que en la apariencia personal.

Pregunta: Que las mujeres cuiden su apariencia mucho más que los hombres, ¿qué significado tiene en el proceso de igualdad entre hombres y mujeres?
ChatGPT: La diferencia en la cantidad de atención que las mujeres y los hombres prestan a su apariencia personal es en gran medida una construcción social y cultural. Esto se ha desarrollado a lo largo de la historia debido a las expectativas de género y las presiones sociales.
En el contexto de la igualdad de género, esta disparidad en el cuidado de la apariencia puede ser problemática, ya que refleja las normas de género tradicionales que pueden limitar la autonomía de las mujeres. Estas expectativas a menudo llevan a que las mujeres enfrenten más presión para cumplir con ciertos estándares de belleza, lo que puede tener implicaciones negativas para su autoestima y bienestar psicológico.
La igualdad de género busca eliminar las expectativas de género rígidas y permitir que las personas, independientemente de su género, puedan tomar decisiones libres sobre cómo desean cuidar su apariencia y vivir sus vidas. Esto implica cuestionar y cambiar las normas sociales que perpetúan estas diferencias.
En resumen, la diferencia en el cuidado de la apariencia entre hombres y mujeres puede ser un indicador de las desigualdades de género arraigadas en la sociedad, y abogar por la igualdad de género implica cuestionar y cambiar estas normas para permitir la libertad de elección individual.”

sábado, 16 de septiembre de 2023

BASTA CON SER ESPAÑOL Y QUERER SEGUIR SIÉNDOLO

A mis amigos de izquierdas; y a los de derechas tibios o perezosos.


La entidad cívica, no vinculada a ningún partido político, Sociedad Civil Catalana (SCC), ha convocado en Barcelona una manifestación para el día 8 de octubre, en contra de la pretensión de los partidos separatistas y de la extrema izquierda española, de que se amnistíen todas las responsabilidades de todo tipo derivadas del denominado Proceso catalán. Con toda intención, SCC hace coincidir esta convocatoria con la exitosa manifestación del 8 de octubre de 2017, en la que un millón de españoles desfilamos por las calles de Barcelona en contra del golpe separatista y a favor de la Constitución.



Con Arcadi Espada y Nicolás Redondo en la manifestación del 8 de octubre de 2017

Al hilo de esta convocatoria quiero destacar en estas líneas dos ideas que me parecen fundamentales. La primera es que la pretensión de la amnistía, se lleve a cabo o no, es solo un elemento, un paso más, de un proceso de destrucción de España en el que se encuentran embarcados los partidos separatistas catalanes y vascos, con la complicidad expresa y decidida de la extrema izquierda española (Sumar, Podemos y satélites), la cooperación del PSOE y la contemplación bobalicona de una porción importante de la opinión pública española.


Esta preocupación que acabo de expresar se despacha a menudo en los medios de comunicación con desprecio y sarcasmo: “lleváis años diciendo que España se rompe y no se ha roto”, oímos con frecuencia en tertulias radiofónicas y leemos en columnas de opinión. Qué cabe decir de tan simple réplica, ante la evidencia de que partidos separatistas con una influencia creciente en el gobierno y el Parlamento de España tienen como objetivo esencial de su acción política la secesión de distintas partes del territorio nacional.


La segunda idea que quiero transmitir es la de que el separatismo nos plantea a los españoles un desafío que calificaría como prepolítico, en el sentido de que, mientras dicho reto no haya sido superado, los ciudadanos no podremos “hacer política”, como se entiende tal cosa en una sociedad democrática. Es decir, que debemos olvidarnos y dejar temporalmente a un lado las naturales contiendas de las diferentes opciones políticas sobre los más diversos asuntos (educación, sanidad, pensiones, vivienda, justicia, fiscalidad…), tal y como se desenvuelven en una nación sana, y no aquejada de la enfermedad de la que se encuentra aquejada España.


Y esto es así porque, como su propio nombre indica, la política se desarrolla en la polis y lo que está hoy en cuestión en España es la propia existencia de la polis o de algunos de sus elementos fundamentales.

La polis contemporánea es la nación, convertida en Estado, que se constituye en una unidad de decisión y de solidaridad, en la que un conjunto de ciudadanos libres e iguales ante la ley deliberan y optan en las elecciones por las políticas y los gobernantes que consideran más adecuados.


Pero, para que una nación y un Estado merezcan tal nombre deben contar con una serie de atributos, sin cuya presencia no podrán tenerse por tales, no merecerán ser llamados nación o Estado. La nación necesita un territorio en el que asentarse, una población, constituida por el conjunto de los ciudadanos y una serie de instituciones, que configuran el poder del Estado.


Pues bien, en España hoy están gravemente amenazados dos de estos elementos esenciales. El territorio está amenazado por partidos separatistas radicales, que pretenden la desmembración unilateral de la nación a corto plazo, y la población está amenazada por estas mismas fuerzas, que pretenden convertir en extranjeros, en su propio país, a una buena porción de nuestros conciudadanos.


No voy a dedicar tiempo a refutar a quienes dicen que la unidad de España es un concepto arcaico o autoritario o, en el mejor de los casos, meramente sentimental. Tampoco a quienes ven con desdén o le restan importancia a la separación de partes del territorio nacional, y no cualesquiera, por cierto. Que cada uno se engañe como quiera. Al margen de cuestiones históricas, sociológicas, culturales o sentimentales, la desmembración de la nación española comportará la ruina económica de lo que hoy conocemos como España.


Por eso, ante iniciativas como la de Sociedad Civil Catalana, quienes queremos mantener la armonía, la estabilidad y el bienestar de la nación y creemos ostentar un derecho de soberanía sobre todo el territorio nacional, debemos aparcar nuestras diferencias políticas con nuestros conciudadanos y unirnos en esta hora en la defensa de las bases mismas sobre las que se asienta nuestra condición de ciudadanos.


Es lamentable que el Partido Socialista gobernante haya realizado tantas cesiones al separatismo en estos últimos años, que solo han servido para rearmarlo. No podemos saber hasta dónde será capaz de llegar en la actual coyuntura, pero ha dado suficientes muestras como para que pensemos que, si no le da lo que pide ahora el separatismo, no será por principios, sino por mero cálculo táctico, confiando en que unas nuevas elecciones lo coloque en mejor situación, para seguir dirigiendo el gobierno de España.


El golpe de Estado de Tejero de 1981, a pesar de su gravedad, resultaba un episodio incongruente, representado en el último cuarto del Siglo XX. Los ciudadanos españoles reaccionamos con claridad y firmeza y un punto de incredulidad ante lo que más parecía el último pronunciamiento decimonónico de los espadones de nuestro ejército.


Se dice que el golpe separatista de 2017 y el que están de nuevo urdiendo son golpes posmodernos, que se llevan a cabo sin violencia. Yo no comparto esta idea. Bastante violencia hemos visto en las calles de Barcelona y de toda Cataluña para saber que se trata de una revolución, como todas en la historia, teñida de odio y violencia. El fugado Puigdemont dice en su penúltimo twitt, movido sin duda por el odio, que España está podrida. Esta  grave ofensa nos la propina el líder de un movimiento nacionalista, supremacista y xenófobo, pura putrefacción. Hasta ahora, esa violencia ha tenido una única dirección, pero no olvidemos las enseñanzas de la historia, algunas bien recientes, como la destrucción de la antigua Yugoeslavia y el océano de muerte dolor y destrucción que trajo consigo. ¿Acaso somos los españoles mejores que los balcánicos?


Yo no he votado nunca a partidos de la derecha y sigo sin animarme a hacerlo. El PP no me parece fiable sobre esta cuestión capital de la que vengo hablando. No hay más que ver los titubeos de Feijoo acerca de pactar o no con el separatismo. Y Vox es un partido extremista al que no apoyaré con mi voto, aunque coincida con su postura ante la deriva separatista. Los partidos de la pretendida izquierda están como están. Por eso me parece apropiado apoyar la iniciativa de Sociedad Civil Catalana. No hace falta ser de izquierdas o de derechas para unirse a la manifestación. Basta con ser español y querer seguir siéndolo.

jueves, 7 de septiembre de 2023

HERRERA ENTREVISTA A ALFONSO GUERRA

https://www.cope.es/programas/herrera-en-cope/noticias/alfonso-guerra-tacha-infamia-contra-democracia-reunion-yolanda-diaz-con-puigdemont-20230907_2886380

Escucha esta entrevista que le ha hecho Herrera esta mañana a Alfonso Guerra, magnífica de principio a fin. Guerra ha dicho, entre otras muchas cosas, que le causó interiormente un desgarro muy grande una reciente manifestación del sabio historiador, Juan Pablo Fusi, en la que afirmó que sentía “todo lo que ocurre hoy como la derrota de mi generación”. Una generación, que es la de Alfonso Guerra. Guerra añade que él no se resigna y piensa rebelarse contra ese estado de cosas. Ojalá muchos otros, en las élites como en el pueblo llano, adoptaran una actitud como esa. Esto lo digo yo.

Otra de las cosas que dice Guerra es que la amnistía que parece que proyecta su partido sería la condena de la transición democrática.

Pero, lo más transcendente de la entrevista es cuando le dice a Herrera que, si se consuma el hecho de que un grupo político que ha recibido el voto del 1,6% de los ciudadanos somete al conjunto de los españoles, la nación habrá entrado en decadencia.