jueves, 31 de marzo de 2011

London XXIV. Alexandra

Tengo cada día una hora para el lunch, de modo que si no quiero comerme todos los días un sandwich frío del supermercado, tengo que ingeniármelas para comer caliente en tan poco tiempo. Yo voy con frecuencia al pub Alexandra. Me cayó simpático uno de los camareros, que ya no cumplira los 65, el primer dia que entré. Llevaba yo una bolsa del supermercado de la que asomaba una botella de vino que habia comprado para mi 'host family' y, cuando me acerqué a la barra a pedir una pinta, el camarero me ofreció un sacacorchos. Creo que ya te he contado esto.
En la puerta del pub tienen puesto este cartel

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que significa, más o menos: "Se buscan bebedores sedientos, con buen apetito. Razón en el interior". En la barra del pub hay este otro cartel

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que quiere decir: "Pork Crackling: Increiblemente malsanos, pero increiblemente sabrosos también. Vive peligrosamente. Una bolsa grande por solo por una libra y media". La bolsa advierte que el producto solo es apto para personas con los dientes fuertes y sanos. ¿Sabes de qué se trata, sabes lo que es? Son torreznos y están de muerte. Nada british.

miércoles, 30 de marzo de 2011

London XXIII. Coffee break

Today we went on a trip to Richmond to celebrate we finished the High Intermediate level course. In spite of the noise that maybe you also hear I had special cause for celebration. The result of my exam was 81%, which was the second of the class.
Richmond is a town in the metropolitan area of ​​London on the Thames, of which I have already spoken, because I visited it in my early days in Great Britain. Today, at the suggestion of the teacher, we took a walk along the river in a beautiful rainy day and we went to take a coffee break to a place really beautiful. It is called Petersham Nurseries and it is a field installation near the Thames, where you can find a garden center, a cafeteria and a restaurant with one Michelin star. You can see photos of the place and other moments of the trip here.


Traducción, cortesía de Google, con arreglos.
London XXIII. Coffee break.
Hoy hemos ido de excursión a Richmond para celebrar que terminamos el curso de nivel intermedio alto. A pesar del ruido que tal vez tú también oígas, yo tenía un motivo especial de celebración. El resultado de mi examen fue de 81%, el segundo de la clase.
Richmond es una ciudad del área metropolitana de Londres, sobre el Támesis, de la cual ya te he hablado, porque la visité en mis primeros días en Gran Bretaña. Hoy, a sugerencia de la profesora, dimos un paseo por el río en un bonito día de lluvia y nos fuimos a tomar un café a un lugar realmente hermoso. Se llama Petersham Nurseries y es una instalación en el campo, cerca del Támesis, donde puedes encontrar un garden center, una cafetería y un restaurante con una estrella Michelin. Puedes ver fotos del lugar y de otros momentos del día aquí.

sábado, 19 de marzo de 2011

London XXII. Las siete edades de una deuda

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El diario The Independent, en su suplemento dominical The New Review, publica hoy un reportaje en el que viene a decir que la generación que hoy está en la Universidad (en Gran Bretaña) pasará todo el resto de su vida progresivamente más endeudada, hasta la muerte. Las etapas  de esa vida de deudas que empieza el día de la graduación están esquemáticamente reflejadas en los siete cuadros de la página y serían éstas:

1. John se gradúa a los 21 debiendo £27.000.

2. A los 32, John y su novia Chloe compran su primer piso y, con eso, ya deben £220.000.

3. John y Chloe se casan y, a los 37, deben £240.000.

4. A los 49 se mudan a una casa más grande y la deuda asciende a £300.000.

5. A los 56, los hijos de John van a la universidad, aumentando la deuda a £330.000.

6. A los 67, John no puede permitirse el retiro, porque su deuda está ya en las £350.000.

7. A los 75, John se jubila, viudo, exhausto e insolvente, porque no es capaz de pagar una deuda que es ya de £370.000.

Te ahorro los detalles de cada una de las fases, pero tienen bastante lógica.

La suerte de nuestros hijos es que, por el momento, la mayoría se gradúa libre de deudas, ya que nuestras universidades públicas son muy baratas. Pero, a partir de ahí, la historia de un joven español puede ser parecida a la descrita para un británico.

 


lunes, 14 de marzo de 2011

London XXI. The devil knows more for being old than for being devil

The teacher showed us today on the screen of the class an information from Internet. We could not read it, because the letters were very small. The teacher did not know to raise the size of the screen, but neither my classmates, most of them young Japanese and Koreans.
Who do you think resolved the problem? This "Kid" who is (*) years old. The oldest of the class.

(*) As you know, my age is uncertain. I only know I am nearer forties than thirties.

Traducción de cortesía.

Más sabe el diablo por viejo que por diablo.

La profesora nos mostró hoy en la pantalla de la clase una información de Internet. No podíamos leerla, porque las letras eran muy pequeñas. La profesora no sabía aumentar el tamaño de la pantalla, pero mis compañeros de clase, la mayoría de ellos jóvenes japoneses y coreanos, tampoco.
¿Quién crees que ha resuelto el problema? Este "menda", que tiene (*) años de edad. El mayor de la clase.

(*) Como sabes, mi edad es incierta. Yo sólo sé que estoy más cerca de los cuarenta que de los treinta.






jueves, 10 de marzo de 2011

London XX. The big earthquake



A Minori, Yukiko, Ayako, Erina y Aika, mis compañeras en la Wimbledon School of English, el día del gran terremoto de 2011.

En mi escuela hay muchos japoneses. Sólo en mi clase hay 5 chicas que, esta mañana cuando llegaron a las 9, no sabían nada del terremoto. La situación provocó escenas de cierto dramatismo, pese a la contención emocional que parecían demostrar todos ellos. En la escuela, los chicos, frecuentemente, se agrupan gregariamente por nacionalidades y parlotean en sus lenguas maternas. Eso no ocurre con los japoneses. Si dos españoles, italianos, franceses o de Arabia Saudí se sientan juntos, no suelen hablar entre sí en inglés. En cambio, cuando dos japoneses se juntan en la escuela, continúan hablando entre ellos en inglés. Esta mañana, por primera vez, les he visto romper esa disciplina oriental, hablándose nerviosamente los unos a los otros en japonés. Sólo por eso, yo habría podido percibir que algo inusual ocurría.
Algunos/as no lograban contactar a primera hora con sus deudos en Japón. Yo quise ayudarles. Encontré en Internet una página especial preparada por Google, en inglés y japonés, para poner en contacto a personas, afectadas por el siniestro.
En la "common room" de la escuela hay una televisión enorme, en la que está siempre sintonizado un canal de información permanente, del estilo de la CNN. Nadie suele prestarle atención, usualmente. Hoy había un nutrido grupo de japoneses y no japoneses viendo absortos y de pie las terribles imágenes. Al punto me di cuenta de que en ese momento, tan importante como el mensaje que emitía la televisión era contemplar su efecto en sus destinatarios. Así que me acerqué a la televisión para observar desde allí las caras de mis compañeros, espectadores de la destrucción y la tragedia. La escena que contemplé quedará en mi recuerdo. La cara de algunos japoneses, muy jóvenes todos ellos, era la imagen pura de la consternación. Imagino que nadie en Japón olvidará el día de hoy. Tampoco estos chicos y chicas que han debido sobrellevar el drama de ver cómo su país es zarandeado como un muñeco de guiñol por terribles fuerzas naturales, a miles de kilómetros de distancia de sus familiares y amigos. Tuve el impulso inmediato de tomar una foto de los espectadores, pero otro impulso contrario me detuvo. Pensé que el temple y la elegancia con la que estos chicos y chicas estaban digiriendo la situación merecían que yo no violara con una fotografía la intimidad de sus ánimos turbados por la destrucción y la muerte.
Minori, una chica japonesa de mi clase que hoy terminaba su curso y tenía una bien incierta vuelta a casa, aun tuvo ánimo para pasarnos a todos un cuaderno en el que apuntar nuestras direcciones de correo electrónico. Yo le añadí unas letras con mis mejores deseos.
Al despedirnos hoy todos hasta el lunes, lo hicimos pensando que dejábamos a los japoneses un poco solos ante la desgracia. Mis compañeras me agradecieron con una discreta ceremoniosidad oriental mis palabras de ánimo.
Estoy seguro de que Japón sabrá hacer de la necesidad virtud. Ojalá que las cuantiosas inversiones públicas que demandarán los efectos del terremoto y posterior tsunami, pongan de nuevo en marcha una economía que lleva más de una década languideciendo con tasas de crecimiento próximas a cero.



Traslation by google (with any arrangements)
London XX. The big earthquake

Dedicated to Minori, Yukiko, Ayako, Erina and Aika, my classmates in the Wimbledon School of English, on the great earthquake of 2011.

At my school there are many Japanese. Only in my class there are 5 girls, who knew nothing of the earthquake, when they arrived this morning at 9. The situation caused some dramatic scenes, despite the emotional restraint that seemed to show all of them. At school, young people often are grouped by nationality gregariously and chatter in their native languages. But not the Japanese. If two Spanish, Italian, French and Saudi Arabian sit together, frequently talk to each other in their languages. In contrast, when two Japanese were together in school, usually continue talking to each other in English. This morning, I've seen them break the oriental discipline, talking nervously to each other in Japanese, for the first time. Just for that, I would have received that something unusual was happening,
Some students failed early contact with their relatives in Japan. I wanted to help them. I found on the Internet a special web page prepared for Google, in English and Japanese, to bring together people affected by the quake.
The "common room" of the school has a huge television, which is always tuned to a continuous news channel, CNN style. No one usually tends to pay attention. Today there was a large group of Japanese and non Japanese and stand rapt watching the terrible images. I realized at that moment, to see the effect on the recipients was as important as the message on television was. So I went on TV to watch from there the faces of my schoolmates, spectators of the destruction and tragedy. The scene that I saw will remain in my memory. The face of some Japanese, all of them very young, was the pure image of dismay. I guess nobody will forget today in Japan. Neither of these boys and girls who have had to cope with the drama of seeing how their country is shaken like a puppet doll by terrible natural forces, thousands of miles away with their families and friends so far. I had the immediate impulse to take a picture of the audience, but otherwise I stopped another drive. I thought the temple and the elegance who these boys and girls were digesting the situation that I deserved a photograph did not violate the privacy of their minds troubled by the destruction and death.
Minori, a Japanese girl in my class who finished her course today and had a rather uncertain way at home, still had a mind to ask us to write in a notebook our email addresses. I added a few letters with my best wishes.
When we left the school until Monday, so we thought we were leaving the Japanese a bit lonely to misfortune. My friends thanked me the words of encouragement with a slight and a bit formal gesture.
I'm sure Japan will know to make a virtue of necessity. I hope the huge public investments which will be demanded to repair the effects of the earthquake and tsunami put up again an economy that has languished for over a decade with growth rates close to zero.