viernes, 14 de abril de 2006

El caso del kurdo vengador

Un tribunal de Berlín condenó el jueves a nueve años y tres meses de prisión juvenil al turco de origen kurdo Ayhan Sürücü, de 19 años, que el 7 de febrero de 2005 asesinó a su hermana de 23 años, Hatum. Ayhan confesó ser el autor del crimen y haber actuado para "lavar el honor familiar, mancillado por el comportamiento de su hermana", que se había marchado de la casa paterna con su hijo de cinco años, llevaba un estilo de vida occidental y se relacionaba con alemanes. Otros dos hermanos fueron absueltos por falta de pruebas. Para Mutlu, de 26 años, y Alpaslan, de 25, los dos hermanos absueltos, el fiscal había pedido cadena perpetua como cómplices del asesinato. Para el asesino solicitó nueve años y ocho meses. La pena máxima que prevé la legislación criminal para delincuentes juveniles es de 10 años. Ayhan era menor de edad cuando cometió el crimen.
Según la fiscalía, Ayhan efectuó los disparos en nombre de la familia, uno de los hermanos le proporcionó la pistola y el otro se encargó de vigilar mientras se cometía el crimen poco antes de las nueve de la noche. El tribunal considera que esto puede haber ocurrido así, pero no hay pruebas suficientes y por eso absuelve a los otros dos hermanos.
Desde que ocurrieron los hechos hasta que se ha dictado sentencia se han sabido, además, otras cosas:
- A Hatum la obligaron a casarse con un primo cuando tenía 16 años y se fue a vivir a Turquía. Tras el fracaso del matrimonio regresó embarazada a Berlín, donde vivió con su hijo Can en la casa familiar, hasta que no pudo más y se fue a vivir por su cuenta.
- Durante las declaraciones de testigos en el juicio salió a relucir que la joven asesinada había sufrido abusos sexuales por parte de uno de los hermanos absueltos.
- Expertos en islamismo consideran probable que la familia actuase como tribunal de honor y eligiera al más joven para ejecutar la sentencia, debido al benigno tratamiento penal que merecería su conducta.
- Algunas informaciones señalan que Ayhan recibió un reloj de oro de su padre, como regalo, después del crimen; durante el juicio Ayhan mostró alguna vez de forma desafiante el reloj.
- Hace unos meses se produjo un escándalo considerable en una escuela de Berlín con mayoría de turcos al descubrirse que Ayhan era una especie de héroe popular. Algunos chicos declararon a la prensa: "Hatum se merecía la muerte porque era una puta alemana".

Algunas reflexiones que me inspira este episodio:
- En el proceso que ha tenido lugar en Berlín se han juzgado conductas individuales, de acuerdo con leyes penales civilizadas de un Estado de derecho como es Alemania. Esto justifica la leve condena al autor material del crimen, ya que nuestras civilizadas y humanitarias leyes occidentales tratan de este modo benevolente a los menores de edad. También justifica la absolución de los hermanos, ya que nuestros sistemas jurídicos exigen pruebas concluyentes para una condena penal y, al parecer, no las había. Pero, me gustaría saber qué tratamiento hubieran merecido estas conductas (desprovistas, lógicamente de motivaciones islámicas) en un país islámico o en una comunidad kurda. Es una curiosidad antropológica que uno tiene.
- En todo caso, resulta algo chocante que mientras los individuos que han participado en ese horrendo crimen se “benefician” de un derecho penal civilizado, la comunidad a la que pertenecen adopta una actitud insolente, ensalzando una conducta que nuestra conciencia social (de la que emana, precisamente, ese derecho civilizado) considera execrable. ¿Es que ninguna autoridad ha considerado punible vitorear a un asesino, o regalarle un reloj de oro como premio por su crimen? ¿Es normal no perseguir los abusos sexuales entre hermanos musulmanes? ¿Se toleran tales desmanes en nombre del respeto a unas creencias religiosas? ¿A ese grado de confusión hemos llegado los europeos?
- En fin, es algo natural sentir simpatía por los kurdos, un pueblo perseguido e incluso masacrado por todos los estados en los que se encuentra repartido, sobre todo en Turquía, que es donde vive la mitad de ellos. Ahora ya sé que hay alguien que merece más simpatía que un simple kurdo: una kurda que pretenda liberarse del costroso yugo islámico.

1 comentario:

  1. Al final llegamos a una conclusión similar a la que se llega cuando se habla de los asesinos de ETA: tanto eufemismo (presunto lo que sea, violencia de género, separatista, etc.) hace que llamemos y juzguemos a unos asquerosos violadores, sin más adjetivos, como islámicos. Qué más da cuál sea su religión. Son violadores y punto. El "niño" asesino es un mero asesino, y su padre y hermanos, cómplices, y los que los jalean, amparan y justifican basándose en una interpretación particular de una religión, también. Lamentablemente, si seguimos ampliando el círculo, deberemos concluir que el número de cómplices de este, y cuántos más asesinatos, es tan grande que el planteamiento debería ser más bien que la sociedad está enfermando y como la población que más crece es la que piensa de ese modo, cada vez hay más enfermos. Preocupa y da miedo.

    Pablo | 05-05-2006 13:05:48

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