miércoles, 8 de diciembre de 2010

El Nobel emocionante y emocionado

Mario Vargas Llosa leyó ayer su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura. Como ya nos imaginábamos sus incondicionales, se trata de una espléndida pieza, en la que resume lo esencial de sus vivencias literarias y de su pensamiento sobre el hombre, la sociedad, la literatura, la vida… Contiene, además, algunos pasajes francamente emocionantes. A mi me han conmovido especialmente los sentidos agradecimientos a su esposa y a España.

Mario_Vargas_Llosa

Por otro lado, te ruego que disculpes mi arbitrariedad al resaltar este breve pasaje del discurso, en el que habla del nacionalismo y de la patria:
“No hay que confundir el nacionalismo de orejeras y su rechazo del “otro”, siempre semilla de violencia, con el patriotismo, sentimiento sano y generoso, de amor a la tierra donde uno vio la luz, donde vivieron sus ancestros y se forjaron los primeros sueños, paisaje familiar de geografías, seres queridos y ocurrencias que se convierten en hitos de la memoria y escudos contra la soledad. La patria no son las banderas ni los himnos, ni los discursos apodícticos sobre los héroes emblemáticos, sino un puñado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos y los tiñen de melancolía, la sensación cálida de que, no importa donde estemos, existe un hogar al que podemos volver.”
Porque me trae a la memoria una entrada de este blog, de 11 de marzo de 2007, en la que decía yo esto:
“el patriotismo debe ser algo alejado del fanatismo nacionalista, un sentimiento inofensivo, apacible y suave, casi delicuescente, como los relojes de Dalí.”

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