lunes, 7 de julio de 2008

Una lengua del Jurásico

Alguien ha dicho estos días que los programas de defensa y promoción de las lenguas vernáculas de algunas regiones de España se van pareciendo a la respiración asistida: obligan a preguntarse cuánto cuestan y para qué sirven.
Cuando pienso en el vascuence (siempre le había llamado euskera, hasta que descubrí que los propios hablantes no se ponen de acuerdo sobre cómo se llama su lengua; ¿habrá una muestra más evidente de su inconsistencia?) me acuerdo de aquella película en la que un científico excéntrico intenta reencarnar un dinosaurio a partir de muestras de ADN de restos fósiles. La diferencia es que el científico loco era un personaje de película y sólo quería crear un ejemplar, mientras que los nacionalistas vascos y sus complacientes compañeros de viaje quieren resucitar a miles de individuos de todas las especies del Jurásico...¡pero hoy!
Visto desde otro ángulo, es como si los nuevos gobernantes de Irak se propusieran recuperar la antigua lengua de Babilonia, a partir del Código de Hammurabi, abominando del árabe invasor y aniquilador de la cultura autóctona.

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