sábado, 21 de febrero de 2009

ASIENTO VACÍO (The Reader)

Fui solo al cine. No importa ahora por qué. Quería ver El lector. Leí la novela hace años y fue de esos libros que me dejaron huella. La sutileza de los sentimientos que la llenan, la hondura de los problemas que plantea. En apenas doscientas páginas se condensa un tratado de la culpa, el amor, la memoria, el olvido…
Tiene El lector un canto menudo en la biblioteca, que siempre me llama cuando mi vista pasa de soslayo por la estantería. Sabes que está ahí, como un compañero que un día te ofreció lo mejor que ofrecen los libros. El placer de disfrutarlos mientras los lees, el deseo de exprimirlos, el desencanto que te va invadiendo cuando ves que se terminan y piensas que nada podrá relevarlos, que nada logrará suscitar en tu alma el encanto y la seducción a los que sucumbiste leyéndolos.
Entré en el cine varios minutos antes de la hora y ya estaba la sala casi llena. Tuve que hacer levantar a una pareja para colocarme en mi asiento. Él estaba a mi lado y salió de la sala instantes después de yo sentarme. Irá a por agua o palomitas, pensé. Pero empezaron los anuncios, terminaron los trailers y empezó la película, y el tipo no volvía. Yo la miraba a ella por el rabillo del ojo y no parecía inquieta. No miraba hacia la puerta, ni hacia ningún otro lado que no fuera la pantalla. Nada había en su conducta que denotara impaciencia o contrariedad.
Me sumergí en la película, aunque reparaba de vez en cuando en el asiento vacío que había a mi lado.
Me encantó la película. Kate Winslet está magnífica. Qué madurez profesional más espléndida se ha decantado en aquella chica mona de Titanic. Hace poco le vi otra interpretación regia en Revolutionary Road. En cambio, Ralph Fiennes está bastante soso. Más me gustó el actor joven que interpreta el personaje adolescente que hace Fiennes de adulto. Es quizá la fase más lograda de la película, la que narra las relaciones del chico con la protagonista. Son intensos y cautivadores momentos. Quizá debería decir que Ralph Fiennes se redime en parte en una de las escenas finales, cuando visita a la superviviente del campo de Auschwitz en Nueva York. Es una escena de cierre de la película, en la que se condensan las grandes cuestiones que la recorren.
Al terminar la película casi me había olvidado de mi compañera de fila abandonada. Me quedé viendo los títulos de crédito, disfrutando de la música de fondo y sin demasiado interés por volver a un mundo real del que había huido para sumergirme en este mundo de ficción y de ilusiones. Cuando terminó la música y me levanté ella se había ido.
En el parking del centro comercial, cuando me aproximaba a mi coche, una mujer estaba sentada en el capó de un auto que creí el mío. Miré la matrícula y comprobé que se trataba de un modelo idéntico, que estaba aparcado junto al mío. Pulsé el botón del mando a distancia y las luces de ambos coches parpadearon al unísono. La mujer se sobresaltó ligeramente, se bajó del capó de un salto y, abriendo la puerta del coche, se me quedó mirando, lo que me permitió confirmar algo que ya me había parecido entrever. Era mi vecina del cine.
Manteniendo la puerta de su coche abierta me pidió que volviera a pulsar el mando a distancia y las luces volvieron a parpadear.
- Vuelva a abrirlo, me dijo. Y yo lo hice, con el mismo resultado.
- A veces pasan estas cosas, dije yo. Una confusión en las frecuencias de los mandos en la fábrica, que provoca esa duplicidad. Lo portentoso es la coincidencia.
- Verdaderamente, dijo ella. Mi marido se ha llevado el mando a distancia y estaba aquí esperando a que me lo traiga. Por suerte no será necesario, porque tengo una copia de la llave de contacto dentro del coche.
Al instante llamó a su marido por el teléfono móvil para decirle que ya no hacía falta que viniera, enzarzándose ambos en una confusa diatriba, acerca del procedimiento mediante el que se había abierto la puerta, que ella zanjó en tono autoritario.
Mientras ella hablaba por el teléfono móvil vi el libro de El lector en su bandeja trasera.
Cuando terminó su llamada inició un gesto, como de agradecimiento o quizá de despedida, que yo interrumpí preguntándole:
-¿Le gusta Bernhard Schlink?
- ¿Porqué me lo pregunta?
- He visto el libro en la bandeja trasera.
- He leído toda su obra publicada en castellano y acabo de releer El lector. Siempre que puedo lo hago antes de ver una película que esté basada en una novela.
Empezamos una conversación, con ribetes algo tópicos, acerca de la fidelidad de las películas para con las obras literarias en las que se basan, que continuó con un intercambio de impresiones sobre la película que acabábamos de ver “juntos” y sobre algunos cuentos de Bernhard Schlink.
Al cabo de un rato ella se sentó en el asiento de su coche, con un ademán que no denotaba intención de dar por terminada nuestra charla, sino, meramente, de asegurarse de que, efectivamente, tenía una copia de la llave guardada en el coche. La encontró rápidamente, la puso en el contacto y la giró ligeramente, sin arrancar, como para comprobar que se trataba de la llave correcta. Al instante comenzó a sonar a alto volumen en el equipo de sonido el disco de Duffy, Rockferry. Me sorprendió oír esa música que yo había descubierto hacía pocos días y de la que nadie me había hablado hasta entonces, pero sólo acerté a preguntarle si le gustaba oír la música alta mientras conducía.
Apagó el contacto, se bajó del coche y me dijo que sólo le gustaba oír música si era a alto volumen.
Continuamos un rato más charlando en el parking. Ya no recuerdo quién de los dos sugirió ir a tomar una copa. Cerramos su coche con mi mando a distancia y ella se subió en el mío. Al poner el contacto comenzó a sonar la canción Stepping Stone, la pista número 4 del disco de Duffy. Los dos nos miramos y sonreímos en silencio.
Yo no le pregunté porqué se había marchado su marido de la sala, ni ella me preguntó porqué había ido solo al cine. Aquella noche fue larga, muy larga. Tan larga, que ya no volví a casa, ni ella tampoco.

2 comentarios:

  1. No me lo puedo de creer...¡¡¡ eres la hostia¡¡¡...seduciendo por ahí a personas humanas....y honradas...mientras yo la espero en mi casa¡¡¡ supongo que seras guapo y seductor...yo no valgo menos que tú...te lo advierto¡¡¡..a mi tb me gusta schlink...y el cine... deja que nos encontremos otro dia con los coches...te voy abrir el tuyo y te voy quitar a Duffy..y lo que me salga de los cojones¡¡¡¡y como este tu chica....tb¡¡¡...veras como se te keda el cuerpo...cabron de mierda¡¡¡¡

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  2. Papá quien es este loco que te escribe?

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