lunes, 4 de enero de 2010

Los hadza

Durante más del 99% del tiempo en que el género "Homo" ha habitado la Tierra, desde hace dos millones de años, hemos sido cazadores-recolectores. En un momento dado se domesticaron animales y plantas, un descubrimiento que dio lugar a una reorganización absoluta del planeta: la producción de alimentos y el incremento de las densidades de población avanzaron a la par, lo cual permitió que las sociedades de base agrícola desplazasen o aniquilasen a los grupos de cazadores-recolectores. Se formaron pueblos, luego ciudades, por último, naciones. Y en un periodo relativamente breve el estilo de vida basado en la caza-recolección se vio prácticamente extinguido. Hoy apenas queda un puñado de pueblos dispersos por el Amazonas y otros lugares del mundo que mantienen una existencia basada fundamentalmente en la caza-recolección. El repentino auge de la agricultura, sin embargo, se cobró su precio. Trajo consigo epidemias de enfermedades infecciosas, estratificación social, hambrunas intermitentes y guerras a gran escala.

Joven hadza

En el número de enero de National Geographic aparece un reportaje sobre los hadza, un pueblo ancestral que vive anclado en una etapa de la evolución de la humanidad anterior a la aparición de la agricultura. El contenido de esta entrada es un pequeño extracto del reportaje.
Los hadza continúan viviendo como hace 10.000 años, en comunidades dispersas en el noreste de la actual Tanzania y siguen siendo cazadores recolectores. No tienen cosechas, ni ganado, ni refugios permanentes. Este pueblo despierta un gran interés antropológico, ya que ofrece la posibilidad de vislumbrar cómo se vivía antes del nacimiento de la agricultura.
Los hadza forman una veintena de grupos que recorren un territorio de unos 2.500 kilómetros cuadrados, intercambiando integrantes constantemente. Pero no practican la guerra. La mayoría de los conflictos se resuelve con la sencilla medida de separar a los contrincantes en campamentos diferentes. Si un cazador trae una pieza, todos los miembros del campamento la comparten. Por eso los campamentos no suelen tener más de 30 personas: es el número máximo de gente que puede compartir uno o dos animales de buen tamaño y sentirse relativamente saciada. Los grupos de población nunca han llegado a ser tan densos como para verse amenazados por un brote infeccioso. Jamás han sufrido una hambruna, que se sepa y siguen hoy una dieta más estable y variada que la mayoría de los seres humanos.
Disfrutan de mucho tiempo de ocio. Los antropólogos han calculado que "trabajan" (buscan alimento activamente) de 4 a 6 horas diarias. Durante milenios, apenas han dejado huella en el paisaje.

Mujer hadza

Los campamentos hadza son colectivos abiertos de familiares consanguineos y políticos, y amigos. Cada campamento tiene unos cuantos miembros centrales, pero la mayoría va y viene a voluntad. Los hadza no reconocen dirigentes oficiales. Por tradición los campamentos reciben el nombre de un hombre de edad, pero tal honor no lleva aparejada ninguna potestad especial. La autonomía individual es su sello. Ningún adulto tiene autoridad sobre ningún otro. Nadie posee más riqueza que otro; de hecho, nadie posee riquezas. Hay pocas obligaciones sociales: no hay cumpleaños, ni fiestas religiosas, ni aniversarios.

Transporte de la cabeza de un kudú recién cazado por un joven hadza

No existen ceremonias de casamiento. Una pareja que duerme junto al mismo fuego durante un tiempo tal vez acabe presentándose ante los demás como matrimonio. La mayoría de los hadza, tanto hombres, como mujeres, practican la monogamia en serie, cambiando de cónyuge cada pocos años.
Cada sexo tiene su rol, pero las mujeres no sufren ninguna de las subordinaciones forzadas inherentes a tantas otras culturas. Las mujeres recogen bayas y los frutos del baobad y desentierran los tubérculos comestibles. Los hombres cazan y recogen miel.
No son pocas las hadza que se casan con hombres de otros grupos y regresan al poco tiempo, cuando se niegan a aceptar cualquier tipo de abuso. Entre los hadza es frecuente que sea la mujer quien proponga la separación: ay del hombre que resulte ser mal cazador o no trate como es debido a su mujer.
Los hadza no dejan mucho espacio en sus vidas para misticismos, espíritus o meditaciones sobre lo ignoto. No tienen una creencia concreta sobre un mas allá, ni tienen sacerdotes, chamanes ni curanderos.
En el artículo de National Geographic se cita a Jared Diamond, profesor de la Universidad de California en Los Angeles, quien califica la adopción de la agricultura como "el peor error de la historia de la humanidad", un error del que nunca nos hemos recuperado. No sé si será una explicación acertada. Lo cierto es que, al conocer las características de este pueblo dizque primitivo me acuerdo de la pregunta que se hacía Vargas Llosa en Conversación en la catedral: "¿En qué momento se jodió el Perú?" Así, yo me pregunto: ¿En qué momento se jodió el mundo?

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