sábado, 12 de junio de 2010

Nick Clegg, un tipo envidiable

Nick Clegg, el reciente viceprimer ministro británico, acaba de visitar España. Antes que viceprimer ministro, Clegg es el líder del Partido Liberal Demócrata, la tercera fuerza política británica, siempre fuera del poder debido al sistema electoral mayoritario, que ha permitido a conservadores y laboristas repartirse el gobierno durante el último siglo e, ininterrumpidamente, los últimos 65 años. Este bipartidismo se ha roto en las últimas elecciones, ganadas, sin mayoría absoluta, por el Partido Conservador de Cameron, en las que ha irrumpido la formación de Clegg con fuerza suficiente como para exigir su entrada en el gobierno. A esta eclosión de los liberal demócratas en el panorama político británico no ha debido ser ajeno el atractivo político y personal de su líder.

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Hoy entrevista a Nick Clegg el diario El País y dice de él que representa algo nuevo, alternativo, distinto en la escena política británica y europea, describiendo su perfil personal con estos trazos: hijo de un banquero con sangre aristocrática rusa y una madre holandesa prisionera de los japoneses en Indonesia durante la II Guerra Mundial, Clegg estudió antropología en la Universidad de Cambridge, Filosofía Política en Minnesota y ejerció el periodismo en Nueva York en la revista progresista The Nation, antes de trasladarse a Bruselas y desarrollar durante una década una carrera política en las instituciones europeas; allí conoció a su mujer, la abogada vallisoletana y experta en asuntos comunitarios Miriam González Durantez, con la que tiene tres hijos; Clegg habla cinco idiomas, entre ellos un español magnífico.

No puede uno sentir sino envidia al pensar que los máximos líderes políticos españoles apenas han salido de España y no saben idiomas. La Presidencia del Gobierno fue, prácticamente, el primer empleo de uno de ellos, del que se desconocen sus inquietudes intelectuales. El otro parece tener como principal preocupación intelectual la lectura del “Marca” y su profesión es la de registrador de la propiedad, un residuo jurásico de un mundo agrario y de un tiempo decimonónico.

En su discurso de aceptación después de ganar la contienda por el liderazgo de su partido, Clegg se declaró "un liberal por temperamento, por instinto y por educación", que cree que Gran Bretaña debe ser el lugar de la tolerancia y el pluralismo. Afirmó sentir un profundo rechazo a los prejuicios de todo tipo y que sus prioridades son: la defensa de las libertades civiles, delegar la gestión de los servicios públicos a los padres, alumnos y pacientes y proteger el medio ambiente. En una entrevista a la BBC, el día después de su elección como líder de su partido, Clegg dijo que no cree en Dios, pero que tiene un gran respeto por las personas de fe. En 2010, preguntado sobre esta cuestión, declaró que si tuviera que contestar sí o no diría: "Si llega el caso, no sé si Dios existe; yo soy mucho más que un agnóstico."

En su momento, Clegg se opuso claramente a la invasión de Irak y se ha declarado partidario del desarme y de una política exterior más humanitaria.

Un rasgo significativo de su pensamiento lo podemos encontrar en una polémica que mantuvo en 2002, cuando acusó a Gordon Brown de fomentar la condescendencia y un cierto aire de superioridad con respecto a Alemania. En un artículo, Clegg escribió que "todas las naciones tienen una cruz que cargar, y ninguno más que Alemania, con sus recuerdos del nazismo. Pero la cruz británica es más insidiosa aún. Un falso sentido de superioridad, sostenida por los delirios de grandeza y por una tenaz obsesión con la última guerra, es mucho más difícil sacudírsela.”

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