domingo, 21 de noviembre de 2010

Nunca volveré a La Alameda

Leo la entrevista a Víctor Pérez Escolano en el Diario de Sevilla, de hoy. Sus respuestas sobre asuntos tan polémicos como las setas de la Encarnación o la torre Pelli se mueven entre la moderación y la neutralidad técnica, a punto de caer en la evasiva.
Más comprometido se muestra al hablar de los aparcamientos en el casco antiguo. Sostiene la tesis de que los aparcamientos en el centro agravan el problema del tráfico y, por eso, se opone a que se construyan aparcamientos, por ejemplo, en La Alameda o en La Encarnación.
Siempre me ha parecido pintoresco este argumento. Recuerdo la época en la que gobernaban en coalición el PP y el PA en el Ayuntamiento de Sevilla. El PA propuso una reordenación de El Prado, en la que se suprimía prácticamente el tráfico rodado en su interior. Con la excepción de un paso inferior que permitiría atravesar la Glorieta de El Cid, desde la Avenida de María Luisa, hasta Menéndez y Pelayo. La Alcaldesa, Soledad Becerril, se negó a que se construyera el paso inferior y, finalmente, la reordenación de El Prado se limitó a la construcción del parque, que, al menos, ha logrado salvar del ladrillo este valiosísimo espacio público, con excepción de la desafortunada biblioteca de la Universidad.
Debido a mis responsabilidades profesionales de entonces tuve un trato frecuente con el Gerente de Urbanismo, Eduardo Martínez Zúñiga, otro catedrático de Arquitectura, como Pérez Escolano. En uno de los encuentros que tuve con él le pregunté por las razones de la negativa de Becerril al paso inferior y me contestó, con ironía y un cierto desdén, que la Alcaldesa parecía sostener la teoría de que el tráfico se comporta, respecto a un paso inferior, como estimulado por una especie de efecto sumidero. Como si los coches, atraídos por una oculta fuerza magnética, fueran absorbidos por el “sumidero” del paso subterráneo. Me hizo gracia el sarcasmo de Martínez Zúñiga y lo guardé en un sector del cerebro, donde intento archivar las ideas o conceptos que quisiera utilizar en algún otro momento.
La idea de los aparcamientos en el casco antiguo que sostiene Pérez Escolano en la entrevista parece tributaria de la teoría del efecto sumidero. Y yo creo que es, también, un resabio elitista de ilustrado habitante del casco antiguo. Que provoca que alguien como yo, habitante del extrarradio, no pueda volver a disfrutar jamás de uno de los espacios urbanos más pujantes y atractivos de la ciudad, como es La Alameda, habida cuenta de que el aparcamiento público más cercano se encuentra a más de 1 kilómetro de distancia.

La Alameda

Al final de la entrevista, Pérez Escolano guarda toda la circunspección y moderantismo de que ha hecho gala y, sin provocación previa del entrevistador y sin venir del todo a cuento, suelta esto: “Por ejemplo, no me parece sostenible la inflación brutal de cofradías que salen a lo largo del año en Sevilla con bandas de música y cortejos que invaden el espacio público.” Si cundieran esas ideas… Si cundieran, probablemente, no sería Sevilla, amigo mío.
P.D.: Y mientras, la torre Pelli continúa su irreparable erección.

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