jueves, 25 de agosto de 2011

La ¿última? inconsistencia de Zapatero

Siempre he considerado a Zapatero como alguien con endebles principios, por decirlo suavemente. Pero no porque sea un malvado o un depravado, sino porque su política no parece estar sustentada en ninguna base ideológica firme. O en ninguna base ideológica en absoluto. En temas fundamentales de su quehacer político, como la organización territorial del país, la lucha contra el terrorismo, la cohesión social, la política económica, etc. se ha estado moviendo erráticamente todos estos años, dando la impresión de que carece por completo del más mínimo armazón teórico, de principios. Una mezcla de imprudencia, frivolidad, inconsistencia… Esto es lo que creo que aprecia la mayoría de los ciudadanos y lo que, a mi juicio, la historia dirá de él.

Su gestión va a tener efectos devastadores (ya los está teniendo) para la izquierda en España, que previsiblemente no volverá al poder en muchos años, a menos que la derecha vuelva a cometer errores tan graves como en 2004.

La última ocurrencia ha sido este asunto de la reforma para otorgar rango constitucional al límite de déficit del sector público. En estos momentos, todas las opiniones que no están abducidas por la irresistible presión del mercado financiero sostienen que el sector público tiene que asumir un protagonismo económico decisivo, si queremos evitar una larga y cruel depresión como la de los años 30 del pasado Siglo.

Esto dice Paul Krugman hoy en su blog: “At this point the entire advanced world is doing exactly what basic macroeconomics says it shouldn’t be doing: slashing spending in the face of high unemployment, slow growth, and a liquidity trap (1). It’s a global 1937. And if the result is another recession, the witch-doctors will just demand more bleeding.” (En este punto, todo el mundo desarrollado está haciendo exactamente lo que la macroeconomía básica dice que no debemos hacer: recortar el gasto ante la elevada tasa de desempleo, el lento crecimiento y la “trampa de liquidez”(1). Se trata de una repetición de 1937 a nivel mundial. Y si el resultado es una nueva recesión, los hechiceros sólo van a demandar más sangre).

Las posturas están claras. En estos momentos es más fácil que en muchos años identificar a la izquierda y a la derecha, conceptos que algunos creían desaparecidos. La crisis económica, por cierto, provocada por la exuberante codicia de los ricos, causa y seguirá causando numerosas víctimas entre los más débiles y desfavorecidos de la sociedad, en forma de paro, pobreza y otras calamidades. A veces se pierde la perspectiva y se olvida que, por encima de cifras y teorías económicas, hay millones de personas que sufren y unas decenas de miles que, no sólo no sufren, sino que pueden hasta sacar tajada de la situación.

En este escenario, las soluciones que se nos presentan son, por un lado, reducir los impuestos, recortar el gasto público y maniatar al Estado y, por el otro, subir los impuestos, especialmente a los más ricos y hacer que el Estado asuma un decidido papel, no sólo en la recuperación económica, sino en la protección de los más débiles. ¿Quién si no podría ocuparse de ambas cosas?

Zapatero ha decidido ya de qué parte ponerse. Ha decidido alinearse con la falta de miras de Merkel y Sarkozy, con el extremismo conservador del “Tea Party” y con el voraz egoísmo de los poderes económicos mundiales.

Borrell y algunas otras personalidades del PSOE se han movido inquietos en sus asientos ante la ocurrencia. No creo  que lleguen a bloquearla, pero esto pone de manifiesto otra de las inconsistencias de la propuesta. La reforma constitucional me parece, como he dicho, profundamente de derechas y perjudicial económicamente. Pero no menos perjudicial será enfrascarnos en un debate acerca de ella, ante la mirada atónita de aquellos que nos tienen que comprar la deuda pública necesaria para que no nos hundamos.

Lo que vengo diciendo, frivolidad e inconsistencia.

(1) La trampa de la liquidez (liquidity trap), en la economía keynesiana, es una situación en la que la política monetaria no puede estimular la economía, ya sea a través de la reducción de los tipos de interés o el aumento de la oferta monetaria. Las trampas de liquidez ocurren típicamente cuando se dan expectativas de eventos adversos, como por ejemplo, deflación, demanda agregada insuficiente, o guerra civil o internacional. Estas situaciones provocan que las personas con activos líquidos no estén dispuestas a invertir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario