viernes, 2 de septiembre de 2011

El caso Repsol-del Rivero como paradigma

Luis del Rivero es Presidente de la empresa SACYR, una de las más importantes del sector inmobiliario y de la construcción en España. Hace unos años se hizo de oro al socaire de la especulación del suelo y la burbuja del ladrillo y pensó que su enriquecimiento prodigioso era una muestra de su genio para los negocios y no el síntoma de una economía y de un país enfermos. De modo que se sintió llamado a los más altos designios y se propuso hacerse con el control de una de las principales empresas multinacionales españolas, la petrolera Repsol-YPF, después de haber fracasado en otro intento anterior de hacerse con el BBVA.

Del Rivero compró el 20% del capital de Repsol-YPF, financiando la operación con un préstamo bancario, garantizado con las propias acciones adquiridas.

Con el paso del tiempo, las acciones de del Rivero han perdido casi la mitad del valor de compra y los bancos acreedores están a punto de exigirle nuevas garantías, para lo que del Rivero sólo dispone ahora de sus podridos activos inmobiliarios. Por otro lado, en los últimos años ha tenido que sufrir una política de dividendos de Repsol-YPF, diseñada por Brufau, su Presidente, que no le permite hacer frente a los vencimientos de los préstamos, al no percibir la liquidez esperada de las acciones compradas.

De modo que del Rivero se encuentra en una situación desesperada. No puede devolver los préstamos temerarios que pidió para comprar las acciones de Repsol y no puede venderlas, porque ello implicaría su ruina irremisible.

Esta es una situación completamente deshonrosa, que las personas honorables en tiempos de honor resolvían del único modo en que se resuelven estas cosas. Pero ni los tiempos ni el personaje andan sobrados de la dignidad y el decoro que la situación reclama. De modo que, en lugar de lavar noble y dignamente su tremendo error, del Rivero ha decidido embarcarse en una nueva batalla por el control de Repsol-YPF, con el fin de extraer de la compañía los ingresos necesarios para evitar su propia ruina.

Con esa finalidad, se ha aliado con el Estado mexicano, dueño de otro paquete importante de acciones de Repsol-YPF, a través de la petrolera estatal Pemex, por cierto, competidora de Repsol. Ambos socios se proponen expulsar al actual Presidente de Repsol y vender importantes activos de la compañía, haciendo una suculenta caja.

Con esta operación del Rivero podrá por fin obtener los dividendos necesarios para enjugar sus pérdidas personales y Pemex habrá logrado, al mismo tiempo, debilitar a un importante competidor en el mercado centro y sudamericano.

Sorprendentemente, ni el Gobierno ni el Ministro de Industria Miguel Sebastián parecen estar haciendo nada para evitar esta trapisonda que, si nada lo remedia, acabará con otra de las grandes empresas españolas hecha añicos, en manos extranjeras o las dos cosas.

Con esto no hará sino repetirse, con un argumento distinto, el resultado de Endesa. Otra empresa, como Repsol-YPF, nacida en el seno del sector público español, que el cerrilismo del PP y la torpeza del Gobierno de Zapatero arrojaron en manos de capital extranjero. No voy a repetir ahora los argumentos de Endesa, a la que ya le dediqué más de una entrada en este blog (si pones Endesa en el campo de búsqueda del margen derecho lo podrás encontrar).

En fin, el caso Repsol/del Rivero es un paradigma de este capitalismo basura que sufrimos en España. Un mundo de la gran empresa gobernado por el sucio capital procedente de la especulación del suelo y el monstruo del ladrillo y unos empresarios más preocupados por acaparar poder y por su patrimonio particular, en lugar de por generar innovación y riqueza. Y un gobierno y una oposición a verlas venir. Así nos luce el pelo.

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