domingo, 17 de marzo de 2013

Justicia, no caridad


"Una Iglesia pobre y para pobres". Estas palabras no significan nada. Si esa idea tuviera algún significado real no sé si la formularía el Papa. Pero, de lo que estoy seguro es de que el ABC huiría despavorido.
En la misma línea, el mismo periódico nos ofrece hoy otro ejemplo significativo:


Siempre he pensado que para acabar con la pobreza y las agudas desigualdades entre los seres humanos es imprescindible terminar antes con las obscenas formas de riqueza. De ahí saldrán los recursos para acabar con la pobreza. Porque luchar contra la pobreza no es una cuestión de caridad, sino de justicia, humana o divina, me da igual. En el proceso hacia la igualdad entre los seres humanos, suponiendo que ese proceso exista, la caridad es, en el mejor de los casos, apenas un deseo bienintencionado y, en el peor, el subterfugio bajo el que se cobija el descuido de las obligaciones legales y morales ante nuestros semejantes más desafortunados.
En fin, ese ‘desvelo’ por la pobreza y los pobres, expresado entre oros, platas y brocados, suena en mis oídos inverosímil, ya provenga la protesta del Papa de Roma, o del Hermano Mayor del Gran Poder o de la Macarena. Vano lavado de conciencia a la vista de todos.

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