sábado, 16 de marzo de 2013

Todo lo que era sólido



Antonio Muñoz Molina describe en su último libro nuestra debacle colectiva como sociedad y como nación. El libro contiene un diagnóstico certero de las causas del desastre y algunas lúcidas recetas para afrontarlo.
Aunque no lo terminé aun, incluyo aquí, con un orden personal, algunas de las mejores cosas que he leído hasta ahora.

El poder público, la Administración y los funcionarios.

"Lo que sin que nadie lo advirtiera o lo denunciara empezó a suceder hacia mediados de los años ochenta es que al mismo tiempo que las instituciones públicas empezaban a disponer de mucho dinero desaparecían los controles efectivos de legalidad de las decisiones políticas. Entre todos los errores de la Transición española que se aireaban tan acusadoramente cuando aún nos estaba permitido el lujo de la obsesión por el pasado, uno de los más graves no lo ha mencionado casi nadie: la incapacidad de crear una administración pública profesional, solvente, atractiva como oportunidad de trabajo y progreso personal, austera, ajena a la política y a los vaivenes electorales, escrupulosamente sujeta a la ley."

"En los márgenes de la administración empezaron a crecer organismos híbridos que ya no estaban sometidos a los antiguos controles y que por lo tanto dependían únicamente de los dirigentes políticos: empresas públicas, consorcios, patronatos, que al parecer, libres de las célebres trabas burocráticas, gestionarían las cosas con la eficacia y el dinamismo de negocios privados, lo mismo el suministro de agua que las fiestas o los museos o que la construcción de viviendas públicas y la planificación de las ciudades."

"Cuando yo entré en el ayuntamiento de Granada el suministro de agua potable se gestionaba en una pequeña oficina que tenía una puerta de cristal esmerilado con un simple letrero: NEGOCIADO DE AGUAS. Dos o tres años después el negociado se había convertido en una empresa con su director ejecutivo y su consejo de administración y ocupaba varias plantas en un edificio moderno y caro de la ciudad que tenía en la fachada un nombre tan complicado que resultaba difícil de pronunciar, pero que en toda su dificultad y longitud se las arreglaba para omitir la palabra agua: Empresa Municipal de Abastecimiento y Saneamiento de Granada Sociedad Anónima. EMASAGRASA."

"De la carrera administrativa nadie volvió a acordarse porque los partidos políticos, los unos y los otros, los mayoritarios y los minoritarios, los de derecha con la misma convicción que los de izquierda y los independentistas que los centralistas, prefirieron ocupar las instituciones antes que reformarlas por dentro, desactivando los mecanismos de legalidad allí donde existían, no permitiéndoles llegar a existir cuando se creaban de la nada organismos nuevos."

"Habría sido necesario construir una nueva legalidad democrática: lo que hicieron fue sustituir la antigua por la potestad de ejercer incontroladamente el albedrío político. Cambiaron las leyes no para hacerlas mejores sino para asegurarse de que podrían actuar al margen de ellas. Y desde luego nunca crearon la carrera administrativa: a los funcionarios profesionales pero no dóciles políticamente los apartaron de los puestos de responsabilidad o los forzaron a marcharse por desmoralización o aburrimiento."


El empleo de los recursos públicos.

"La ruina en la que nos ahogamos hoy empezó entonces: cuando la potestad de disponer del dinero público pudo ejercerse sin los mecanismos previos de control de las leyes; y cuando las leyes se hicieron tan elásticas como para no entorpecer el abuso, la fantasía insensata, la codicia, el delirio —o simplemente para no ser cumplidas."

"Sólo unos años antes las instituciones eran demasiado pobres y cualquier gasto o contrato que hacían estaba sujeto a concursos meticulosamente regulados, a la árida inspección jurídica de aquellos funcionarios sobre quienes los altos cargos políticos no tenían más autoridad que la de la ley. Ahora esos funcionarios habían perdido una gran parte de su poder de otro tiempo, o en algunos casos se habían dejado comprar, y los alcaldes y los concejales podían contratar y gastar prácticamente a capricho, y tomar decisiones sin someterlas a tediosos cálculos de gasto."

"Para que un proyecto público se ponga en marcha no debería bastar la voluntad de quien decide emprenderlo: habrá que saber antes si está dentro de la ley y si es viable, y esa evaluación sólo pueden hacerla personas técnicamente capaces que no dependan del favor político."

La fiesta en España.

"Es triste que en un país la idea de la fiesta incluya con tanta regularidad la ocupación vandálica de los espacios comunes, el ruido intolerable, las toneladas de basura, el maltrato a los animales, el desprecio agresivo por quienes no participan en el jolgorio: mucho más triste es que la autoridad democrática haya organizado y financiado esa barbarie, la haya vuelto respetable, incluso haya alentado la intolerancia hacia cualquier actitud crítica. Nadie venido de fuera tiene derecho a denostar lo que somos. Cualquier objeción es una injuria contra la comunidad entera. Y quién se atreverá a disentir desde dentro, a actuar como renegado o traidor y aceptar el ostracismo."

"La fiesta como identidad y casi como forma de vida y no la secuencia de los días laborables, del tiempo en el que el trabajo se compensa con el ocio privado; la fiesta como obligación unánime, como prolongada interrupción de la normalidad, como expresión de lo verdadero y lo irrenunciable, lo masivamente compartido; la fiesta como culminación del año y como gasto prioritario del presupuesto público; la fiesta legitimada por los siglos o envejecida a los pocos años de su invención; la fiesta como cultura recuperada, salvada después de una supuesta persecución que añade la categoría de víctimas heroicas a los que la celebran; la fiesta con pregones altisonantes en los que alguien cobra un dineral por celebrar con prosa de fritanga las glorias locales, la fiesta con procesiones solemnes, con galas litúrgicas, con complicaciones protocolarias, con trajes regionales, con corridas de toros, con carreras de mozos beodos delante de becerros despavoridos, con batallas colectivas en las que se arrojan y se pisotean toneladas de tomates, con aterradores escándalos de petardos por culpa de los cuales de vez en cuando muere alguien o hay un incendio; la fiesta en la que hacen reportajes equipos de televisión extranjera, confirmando lo brutos y primitivos y lo exóticos y coloristas que son los españoles, incluso aquellos que celebran su fiesta en un éxtasis de autenticidad antropológica que les confirma su obstinación de no ser españoles; la conmemoración de la conmemoración: en 1992 se conmemoraron con una exposición universal los cuatro siglos del descubrimiento de América y en 2012 se ha conmemorado el vigésimo aniversario de la exposición del 92.

"Y si hay algo en España de lo que no se puede disentir es del totalitarismo de la fiesta, en el que se confunden con entusiasmo idéntico la izquierda y la derecha."

El cargante nacionalismo.

"Después de un viaje a Irlanda Borges notó educadamente que los irlandeses vivían «dominados por la extraña pasión de ser incesantemente irlandeses». Que los nacionalistas vivan subyugados por las mitologías patrióticas del origen y por la obsesión de la pureza es comprensible. Que la izquierda no sólo les apoye en cuanto se le presenta la ocasión sino que además los imite en cada uno de sus desvaríos y se esfuerce en ir todavía más lejos es un enigma que por cansancio yo he renunciado a explicarme."

"Pero es más misterioso todavía que viniendo de la doble tradición del universalismo ilustrado y del internacionalismo obrero la izquierda se convirtiera tan velozmente, tan integralmente, a la superstición nacionalista por las identidades colectivas."

"Primero se hizo compatible ser de izquierdas y ser nacionalista. Después se hizo obligatorio."

"Los sistemas de creencias totales segregan defensas que desactivan al adversario con el automatismo de los anticuerpos o de las espinas o las sustancias tóxicas de las plantas."

"Hay nacionalistas españoles, desde luego, y pueden ser bastante desagradables; pero no por españoles, sino precisamente por nacionalistas: por repetir como en un espejo los ademanes de intransigencia simétrica de sus adversarios; por compartir con ellos el fetichismo del origen, la obsesión por la pureza, la creencia religiosa en un pueblo intachable y heroico que se ha mantenido idéntico a sí mismo desde la prehistoria, a pesar del acecho sin descanso de ese conveniente enemigo que tiene la culpa de todas sus desgracias, que reúne en su extranjería radical todas las formas de la inferioridad y la vileza."

"Es su negación puritana y tajante de todo lo que parezca español el rasgo más español de los nacionalistas que niegan no sólo cualquier atisbo de lealtad a España sino la misma existencia de ese país cuyo nombre no pronuncian nunca, a no ser como insulto."

"La ciudadanía es fragmentaria: el pueblo es un bloque sólido que manifiesta su voluntad con una sola voz, si bien escuchada a través de intérpretes especialmente sensibles a ella, como líderes, padres de la patria, poetas nacionales, etc. Incluso ha habido ladrones, estafadores y asesinos que aseguraban obedecer el mandato del pueblo, y sacerdotes y obispos dispuestos a corroborar esas capacidades telepáticas."

"El pueblo asegura el abrigo inmediato de lo colectivo y lo inmemorial, el halago de compartir valores ancestrales. La ciudadanía, por comparación, ofrece poco más que intemperie, y cada una de sus ventajas posibles está sometida al contratiempo de la responsabilidad y la incertidumbre."

"El miembro del pueblo se sabe ungido por una garantía de perfecta inocencia. La inmersión en una colectividad ennoblecida por la historia y hasta por la prehistoria y caracterizada por méritos que la hacen única y ejemplar en el mundo le da derecho a ir con la cabeza muy alta, con la tranquilidad del que está a salvo de la duda sobre sí mismo y sobre los suyos, del que está seguro de sus merecimientos, como el aristócrata antiguo de sus privilegios. Y si siente que le falta algo la razón está clara: es que se lo han quitado los opresores, España, o esa entidad tentacular y mesetaria a la que llaman Madrid."

"Cualquier objeción a la manera bastante atolondrada en la que se ha ido descentralizando el país convierte a quien se atreva a formularla en un partidario del centralismo, y quizás también en un fascista; cualquier apelación a los valores y los símbolos de la ciudadanía común y no sólo los de las pertenencias regionales o nacionales será considerado un gesto de agresivo nacionalismo español."

"Victimismo y narcisismo son los dos rasgos del nosotros intacto que las clases políticas y sus aduladores y sirvientes intelectuales han levantado en cada comunidad, proscribiendo o dejando al margen no sólo cualquier referencia favorable al marco político común sino casi cualquier noción adulta de ciudadanía."

"Lo que algún historiador llama «el envejecimiento del presente» responde a una idea halagadora del tiempo que permite sufrir siempre como recién recibidos agravios que, si fueron ciertos, los padecieron otros hace siglos: pero también celebrar como propios, y envanecerse de ellos, logros o aciertos de desconocidos que llevan muertos miles de años, y que sin embargo forman parte de ese nosotros entre publicitario y místico del narcisismo colectivo."

"He hablado en Nueva York con bastantes personas que vivían en Yugoslavia en 1989 y todas me han contado que nadie dudaba de la solidez del país y que la idea de una guerra civil era tan inverosímil que ni siquiera se pensaba en ella."

La corrupción y otras cosas.

"En la España alucinada de todos estos años la comunicación sobre las cosas ha sido mucho más importante que las cosas mismas, hasta el punto de que ya no se podía distinguir entre un hecho real y lo que se llamaba su impacto mediático."

"Desde hacía muchos años la clase política se había especializado en la invención de simulacros. Cuando no estaban organizando exposiciones universales o campeonatos mundiales de motociclismo o de Fórmula 1 fundaban parques temáticos: el caso era estar siempre erigiendo realidades paralelas, entelequias espectaculares."

 "Han pasado treinta y tantos años y una de las razones de que la libertad de expresión siga siendo tan difícil de ejercer en España es que ni a un lado ni a otro se ha practicado la crítica hacia los propios orígenes y los propios errores, y porque las iniciativas de concordia que permitieron entonces el establecimiento de la democracia ahora han desaparecido en un repliegue hacia la intransigencia, en el que los impulsos sectarios de la clase política han sido alentados y hasta jaleados por una parte de la clase periodística, por la parte más visible de la clase intelectual."

"En la España de los espejismos y de los retablos de las maravillas para hacerse rico no es preciso inventar nada, ni fabricar nada, ni arriesgar esfuerzo y dinero desarrollando una tecnología que puede o no dar beneficios al cabo del tiempo, ni crear puestos de trabajo, ni saber hacer nada. Lo que hace falta es ser alcalde o concejal de urbanismo y tener la potestad de recalificar terrenos rústicos como edificables; es gozar de la confianza o simplemente haber comprado a un concejal o a un alcalde para saber a tiempo qué terrenos van a ser recalificados. Eso es todo. No hace falta nada más. Y eso era lo que sucedía en enero y febrero de 2007, lo que reventaba a veces como un absceso porque un juez abría una investigación, o porque un empresario se cansaba de pagar comisiones y ponía una denuncia, o porque alguien del partido contrario o incluso del mismo partido de los corruptos se hartaba de asistir pasivamente a tanta inmundicia. Me faltaban páginas en el cuaderno para copiar tantas noticias de sinvergonzonería y expolio."

"Lo importante era comunicar bien. Que un verbo hasta entonces transitivo se convirtiera en intransitivo es un indicio gramatical de la trapacería que ocultaba."




No hay comentarios:

Publicar un comentario