viernes, 19 de octubre de 2007

Peatones, catetos y catenarias

A despecho de los resultados electorales, nadie parece querer a Monteseirín. Todas sus decisiones de ordenación urbana son denostadas por una aparente mayoría, que ruge su irritación en bares y cafés, columnas de periódicos y tertulias de amigos y colegas de trabajo. Escasean los aplausos e, incluso, las críticas ponderadas. Las invectivas públicas y privadas contra las actuaciones del Alcalde son feroces y sin matices, llegando, en algunos casos, a la descalificación personal.
Pero, si algún asunto ha provocado en su legión de críticos una indignación insuperable, este es el del tranvía y la peatonalización de la Avenida.
Curiosa ciudad esta. Cuando el Ayuntamiento propuso la tímida peatonalización de Tetuán, la Sevilla eterna y cavernícola se puso en pie de guerra. Cuando la obra hubo terminado se hizo el silencio, un silencio avergonzado y rendido a la evidencia: un insignificante espacio urbano había sido ganado para el peatón, desterrando de él al tráfico rodado y todo el que quiso pudo comprobar en este pequeño laboratorio lo que es una ciudad a la medida del hombre y no del automóvil.
Pero de nada sirvió el ejemplo. Volvemos a contemplar la insólita cruzada antimoderna, con toda su artillería de argumentos carpetovetónicos, que no repara en acudir a la mentira, si es preciso, para reforzar sus posiciones: uno de estos días, el histérico anti-monteseirenesco Carlos Colón, llegó a decir que la peatonalización de la Avenida impide el paso de los vecinos a sus casas, de las ambulancias y de los coches de bomberos. Pronto pedirá prisión para el Alcalde, por homicida.
Sin llegar a tanto, otros critican la estética de la obra sin dejar títere con cabeza: pavimento, farolas y demás elementos del mobiliario urbano se califican de horribles. Pero, ¿horribles en relación o en comparación con qué?; ¿dónde estaban estos hipercríticos cuando una caravana de autobuses y turismos humeantes desfilaba por la Avenida?; ¿acaso añoran aquella estética?
¿Y las catenarias? La crítica de las catenarias llega al paroxismo. Quienes se ceban en el tendido eléctrico del Metrocentro parecen no recordar que no hace tantos años que un tranvía recorría la Avenida y llegaba hasta la Plaza del Duque. Seguramente lo haría a pilas.
La caverna sevillana ha viajado poco y esa costra cateta que la adorna se desprende viendo mundo. Si hubiera viajado más habría visto cómo todas las ciudades históricas del mundo civilizado están recorridas por tranvías que toman su alimentación eléctrica a través de catenarias. Y, si se hubieran fijado un poco, habrían comprobado cómo la mayoría de las catenarias de los tranvías están soportadas en simples postes metálicos, como meras torres del tendido eléctrico. No como el tranvía sevillano, en el que se ha intentado amortiguar el inevitable impacto visual con unos elementos de estética discreta. Es decir, se ha hecho un esfuerzo para evitar el efecto de poste de electricidad que tienen las catenarias de casi todos los tranvías del mundo.
A menudo, las críticas a la nueva ordenación del casco urbano de Sevilla se adornan de un confuso tufo historicista, denunciando que el Ayuntamiento está arrasando la imagen histórica de la ciudad. ¿Porqué no piden la eliminación del alumbrado electrico, o que se levante el adoquinado, que tanto desvirtúa el natural estado terrizo de las vías públicas?
Y ya puestos, porqué no piden el derribo de todas las casas de la calle de San Fernando, que impiden el disfrute de los jardines del Alcázar a todos los ciudadanos, reponiendo ese espacio a su estado histórico original. ¿Y sabes porqué la caverna no pide esto? Porque ya se le ha ocurrido antes a Monteseirín y no van a renunciar así como así a este nuevo y tan fácil motivo de hostigamiento al pobre Alcalde.
Cómo recuerda todo esto las críticas al AVE y a la Expo'92. Las plumas de los Burgos y demás ralea hicieron el ridículo más espantoso, mofándose durante años de unos espléndidos y exitosos proyectos que colocaron en el mundo contemporáneo al poblachón inmundo y atrasado que era la Sevilla de entonces.
Muy poco se ha hecho en la ciudad desde aquellos días que merezca recordarse, hasta que llegó el odiado Monteseirín. Hoy, como entonces, lo más rancio, vetusto y reaccionario de la ciudad se pone enfrente de unos proyectos de modernización que, felizmente, los dejará en ridículo, como ya los dejó ayer.

Pinchando en el enlace puedes contemplar una proyección de diapositivas de tranvías del mundo:

1 comentario:

  1. Más fotos en:

    http://www.sevilla21.com/foro/viewtopic.php?t=1396&sid=3301160ad69ad7b14fb02de321d8aade

    ResponderEliminar