viernes, 8 de febrero de 2008

Arte, toros, educación y huevos fritos

Estos últimos días he asistido, atónito, a sendas noticias en las que se entremezclan en bastardo contubernio la tauromaquia con la educación y las bellas artes.
Por un lado, el famoso torero Curro Romero ha sido designado, por aclamación, académico honorífico de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría. Ninguno de los electores de tan unánime designio ha debido preguntarse a cuál de las bellas artes se adscribe el eximio taurómaco. Consulto en la página web de la ilustre Academia la lista de académicos por secciones y no encuentro en ninguna de ellas al Sr. Romero. Y lo que es peor: no existe la sección de tauromaquia, por lo que mal podrá integrarse en tan preclara institución el novel académico. Pero, es que cabe preguntarse si tendrá mucho que ver con las bellas artes tan rimbombante corporación, a pesar de su nombre. A tal efecto, resulta ilustrativo el programa de actividades que figura en su página web. Pasos de palio, velos de la Verónica, belenes, la Inmaculada, funerales... Más parece el programa de eventos de la Hermandad del Gran Poder que el de una Academia de Bellas Artes. A pesar de estar presidida por Isabel de León, marquesa de Méritos. O quizá por ello mismo. Tan esclarecida valedora de las bellas artes ha declarado recientemente, que "con esta decisión se incorpora la tauromaquia a las bellas artes, como no podía ser de otra manera, pues han sido muchos los pintores, escultores y músicos que se han inspirado en el arte del toreo y en los toreros para hacer sus creaciones, desde Goya a Picasso, por citar sólo dos ejemplos". Si me permite la Sra. marquesa de Méritos (?), le sugiero que integre en la nómina de las artes protegidas por esa extraña academia que preside otros asuntos que también han sido motivos pictóricos o escultóricos, como por ejemplo, la prostitución, el carnaval o, ¿porqué no?, los huevos fritos.
Entre los méritos contraídos por el diestro para obtener la distinción cita la prensa los de encontrarse en posesión de la medalla de oro de las Bellas Artes (otra conspicua decisión), haber sido retratado por Jean Cocteau (como los huevos fritos por Velázquez), haber sido amigo de Orson Welles y cosas por el estilo. En fin, lo que ya sabíamos: Curro Romero poco tiene que ver con las bellas artes. Pero tampoco con el velo de la Verónica, de modo que no desentonará con la ranciedad general de la institución en la que va a ingresar. Y digo va a ingresar, porque para ello, antes deberá leer el discurso correspondiente. Como lo oyes. El pobre torero ha declarado sin rubor que no le llega la camisa al cuerpo pensando en el trago de leer una cuartilla. Nada ha dicho de escribirla, como dando a entender que todos ya sabemos que no lo ha llamado dios a semejante hazaña.
La segunda noticia que hemos conocido estos días es la celebración de un acto organizado por la Real Maestranza de Caballería, en el que se entregaron conjuntamente los premios que concede la institución a los mejores expedientes universitarios fin de carrera y los trofeos a los triunfadores de la última feria taurina de abril. No hace falta que te frotes los ojos. Has leído bien. Y no creas que el acto fue moco de pavo. Asistieron el Presidente de la Junta de Andalucía, el Alcalde de Sevilla, el Delegado del Gobierno en Andalucía y el Rector de la Universidad de Sevilla. Sí señor, para homenajear conjuntamente la excelencia académica universitaria y las habilidades taurómacas. ¿Acaso requiere el fasto algún comentario?
Estas son las ocurrencias que viene expeliendo lo más rancio de la sociedad sevillana para contrarrestar las lánguidas (por ahora) campañas antitaurinas.
Yo no sé si me alegraré el día que ocurra lo inexorable, la desaparición de las corridas de toros. Probablemente no me llegue la vida para verlo. Si eso ocurre, se habrá perdido una manifestación de nuestra cultura, profunda y rica en matices y vertientes, aunque poco compatibles con el mundo de hoy algunas de ellas. Pero, no confundamos la cultura con el arte y no hagamos ridiculeces como las que acabo de comentar y menos, dándole pábulo a iniciativas de instituciones tan rancias como las que las han patrocinado.

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