domingo, 4 de octubre de 2009

Turbio olimpismo

Los Juegos Olímpicos son el espectáculo más universal que tiene lugar en la tierra. Es un acontecimiento festivo en el que las grandes diferencias culturales, religiosas y políticas que separan a los hombres y a los pueblos quedan por unos días eclipsadas.
Es una pena que este asunto tan importante para la humanidad se encuentre en manos de un grupo semiprivado de zánganos universales, que sólo se representan a sí mismos y a los oscuros, cuando no sucios intereses a los que sirven. Me pregunto cuáles serán los dudosos méritos por los que acceden al "olimpo" estos individuos tan corruptibles. Estremece pensar que la decisión de cuál sea la sede de los Juegos Olímpicos está en manos de venales personajes de opereta como Alberto de Mónaco y otros como él.
Produce bochorno contemplar cómo jefes de Estado de importantes países del mundo (Obama, Lula, El Rey de España, Zapatero) se someten en directo y personalmente al escrutinio de ese infausto "tribunal" que sólo se rige por las leyes de su andorga y su bolsillo.
La decisión de qué ciudad organiza unos Juegos Olímpicos tiene una enorme transcendencia política y económica para el país y la ciudad a la que le cae en suerte. Por eso, se trata de un asunto que habría que retirar de las manos en las que se encuentra ahora mismo, de modo que la decisión sea tomada con rigor y objetividad por una agencia dependiente de las Naciones Unidas, en función de los méritos aportados, según criterios de valoración objetivos y previamente conocidos.
Mientras no sea así, seguiremos encontrándonos ante una lotería, donde toda corrupción tendrá cómodo asiento.

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