jueves, 22 de diciembre de 2011

Derecha sin complejos

La ausencia de un acuerdo básico entre españoles acerca de los hitos más importantes de nuestra historia es una muestra más de que apenas somos una nación y no muy articulada.


Hace poco tiempo, sólo hace unos días, el anterior Presidente del Congreso, el soc ialista José Bono, colocó un busto del que fuera Presidente de la II República, Manuel Azaña, en un lugar preeminente del Parlamento. Cuando apenas han pasado unas horas de ejercicio efectivo del omnímodo poder que le han otorgado los ciudadanos al Partido Popular, el nuevo Presidente del Congreso, el derechista Jesús Posada, ha trasladado el busto de Azaña a un lugar mucho menos relevante.
Es evidente que se trata de una muestra de algo que podríamos llamar rencor histórico. La derecha española sabrá porqué le molesta que Manuel Azaña tenga en el Parlamento español la consideración que merece el último Jefe del Estado español elegido democráticamente.
Tampoco es fácil saber por qué, tras 20 años de gobiernos socialistas, el Valle de los Caídos continúa siendo un santuario en honor de un individuo que se hizo con el poder en España tras un golpe de estado y que persiguió a muchos compatriotas durante cerca de 40 años, condenándolos al exilio, la cárcel o la muerte.
La izquierda y la derecha no se distinguen sólo por los diferentes personajes y episodios históricos que enaltece cada una. Hay una diferencia aún más evidente entre ambas: la falta de complejo de la derecha para defender sus puntos de vista sobre la historia reciente. Lo que comporta una relación con la memoria de la Dictadura que oscila entre la ambigüedad y la nostalgia y un claro desprecio de la II República.
Y esto no ha hecho más que empezar.

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