sábado, 21 de enero de 2012

Sevilla en el diván

Desde hace más de 10 años, todos los grandes proyectos de Sevilla, o han fracasado, incluso antes de empezar (algunos felizmente, en mi opinión), o están empantanados o son una ruína. Incluso los que han llegado a materializarse, son cuestionados por un significativo sector de la ciudad, cuando no por la mayoría. Algunos de los proyectos disfrutan de más de una de las características que acabo de enunciar.
La urbanización de los terrenos de Tablada, el nuevo edificio de oficinas del Ayuntamiento y la biblioteca de la Universidad, ambos en El Prado de San Sebastián, el Estadio Olímpico, la peatonalización de la calle San Fernando y de la Avenida de la Constitución, el tranvía, las setas de la Encarnación y ahora, para remate, la torre Pelli. Si bien lo piensas, sólo se salva el metro, pero qué trabajito ha costado terminar una sola linea.
Todos esos fracasos y enconos no son fruto de la mala suerte, sino de la mala cabeza. Y la responsabilidad no es de un alcalde o de un concejal, ya sea de urbanismo o de festejos. La culpa es de la ciudad entera y de todas sus instituciones: Caja de Ahorros, Universidad, Partidos Políticos, medios de comunicación y, por supuesto, el Ayuntamiento y sus diferentes regidores a lo largo de los últimos lustros.
Si esa conducta fuera imputable a un individuo y no a una ciudad, habría que aconsejarle una urgente visita al psiquiatra. Pero, ¿cuál es el diván para tratar el desorden mental de una ciudad? Podrías pensar que las elecciones municipales son el diván de las ciudades, pero aquí se han celebrado hace poco y ¿de qué han servido?
Estos fracasos tan reiterados tienen que acabar afectando a la autoestima de una ciudad que, por otra parte, siempre ha sido tan pagada de sí misma. ¿Cómo te sentirías si caes en la cuenta de que todo lo que emprendes acaba como el rosario de la aurora?

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