miércoles, 22 de febrero de 2012

Miércoles de Ceniza: el perdido arte de morirse

Esto que puedes leer más abajo es una traducción casera de un editorial del diario británico The Guardian, cuyo título es el que he utilizado para titular esta entrada del blog.
Lo comparto contigo, no sólo porque me gustan y quizá comparta algunas de las ideas que sugiere, sino también, porque disiento de otras de las que te hablaré después.


"La vida es una enfermedad con una mortalidad del 100%", dice el psiquiatra del suicidio, Dr. Pomerantz, en una nueva película israelí del mismo nombre que se estrenó el fin de semana en Tel Aviv. Es un mensaje similar al que da la iglesia católica hoy, Miércoles de Ceniza, en el que los creyentes son marcados en la frente con las cenizas de su propia mortalidad, mientras el sacerdote les recuerda: "polvo eres y en polvo te convertirás". Pero el cine de arte y la Iglesia Católica son dos de los pocos lugares donde la muerte sigue formando parte del discurso público. Por otra parte, la muerte se disfraza de eufemismos suaves como "passing away" (expresión inglesa suave para referirse a morir) o "falling asleep" (literalmente, quedarse o caer dormido) o con un enfoque objetivo, a través del discurso científico de la medicina. Mucho antes de que el actual gobierno ideara sus últimas reformas al Sistema Nacional de Salud, la muerte misma había sido culturalmente privatizada.
En estos días, si se nos pregunta cómo queremos morir, generalmente decimos que queremos que suceda rápidamente, sin dolor y, preferentemente, durante el sueño. En otras palabras, no queremos que la muerte se convierta en algo que experimentamos como parte de la vida. Esto habría tenido poco sentido para las generaciones pasadas. Durante siglos, lo que más se temía era "morir sin preparación". La muerte era una oportunidad para poner las cosas en orden. Para decir las cosas que habían quedado sin decir: "Lo siento", "me equivoqué", "yo siempre te he amado". Se solía morir rodeado de una extensa familia. Ahora morimos rodeados de tecnología, con una creencia en la ciencia médica que a menudo reemplaza el rompecabezas tradicional de la existencia humana.
Como mero hecho biológico, la muerte plantea a todos, religiosos y no religiosos por igual, la pregunta del sentido de la vida. Para algunos, esto se convierte rápidamente en un asunto teológico, para otros en un reto para no desaprovechar el resto de nuestras vidas. Pero donde la muerte es expulsada de la esfera pública, esa pregunta ya no tiene la misma urgencia. Aunque hay más consecuencias terrenales también. Una cultura que mantiene la muerte fuera de la vista y de la mente es aquella en la que se pierden progresivamente las palabras que reconfortan a los demás en su dolor. En lugar de tener esa conversación importante en el supermercado con la señora de abajo que ha perdido a su marido, nos deslizamos hacia el siguiente pasillo con la auto-justificación de que no queremos molestarla. Por otra parte, permitimos que nuestros hogares para el cuidado de los ancianos se conviertan en lugares de abandono, porque no queremos mirarlos muy de cerca. Cuando la muerte se convierte en un asunto privado, se hace mucho más difícil llegar a los demás, precisamente cuando más lo necesitan.
Aquellos que sienten la Cuaresma a menudo la utilizan como un tiempo de alegre auto-perfeccionamiento. Los sacerdotes y los directores de cine existencialista israelíes no comparten las respuestas a las preguntas de la vida, pero coinciden en la opinión de que no podemos resolver el significado de la vida si no nos planteamos la cuestión de la muerte.

El diario The Guardian, uno de los más prestigiosos del Reino Unido, es de tendencia filosocialista (es una simplificación) y, salvando todas las distancias, que son bastantes, se podría decir que ocupa un lugar similar al que en España ocupa El País, dentro del espectro ideológico y de calidad de la prensa (otra simplificación, probablemente). Es altamente improbable que El País hubiera publicado un editorial como este en España. De hecho, considero que The Guardian traza una imagen de la visión y la relación con la muerte de la Iglesia Católica algo alejada de la realidad. Y, lo que es más sorprendente, alejada de las opiniones que habitualmente tienen y expresan los anglosajones sobre la cultura católica.
Cuando estaba viviendo en Inglaterra tuve ocasión de vivir una Semana Santa y pude comprobar las abismales diferencias que existen entre el modo como se vive en España y en Gran Bretaña. Dejé constacia de ello en este blog. Como dije entonces, en la cultura cristiana anglosajona se celebra la resurrección de Cristo como quizá el día más importante del año, y su muerte tiene, en el ámbito social, apenas la consideración del hecho natural que precede y justifica aquella. Por el contrario, en España, la pasión y la muerte de Cristo son objeto de aparatosas celebraciones con gran pompa y suntuosidad, no exentas de regodeo, que hacen palidecer lo que verdaderamente debería ser más importante, la resurrección. Por otro lado, pero esto excede de este comentario sobre la visión de la muerte, en ningún momento como en la Semana Santa se perciben tan claramente los elementos politeístas y hasta totémicos que adornan la cultura católica, que no la anglicana. Me refiero a la vasta eclosión de imágenes y de dioses y diosas mayores y menores que son objeto de culto en esos días en España. En definitiva, entre ambas celebraciones se aprecian acusados contrastes: la exaltación del sufrimiento y el dolor de la pasión y la muerte, en el caso católico y la proclamación de la alegría de la resurrección en el cristianismo anglosajón.
En fin, ese caracter positivo, esperanzado y hasta jubiloso que según The Guardian tendría la visión católica de la muerte, desde mi punto de vista, poco se compadece con la realidad. Lo cual no quiere decir que no esté de acuerdo con las demás ideas del Editorial. Especialmente, cuando se refiere a la necesidad de no orillar la muerte, sino insertarla en la vida, como parte de la misma que es.

1 comentario:

  1. "No puedo cantar ni quiero
    a ese Jesús del madero,
    sino al que anduvo en la mar..."
    (LA SAETA, de Jairo. Sobre poema de Antonio Machado).
    http://www.goear.com/listen/7a4d435/la-saeta-jairo

    ¡Feliz Día de Andalucía!

    ResponderEliminar